El diagnóstico social y económico del Bierzo no puede ser peor: con déficit de médicos, un Consejo Comarcal de mínimo presupuesto y relevancia, un hospital infradotado conforme a su población, desatención a las carreteras, sin planes para sus comunicaciones con las vecinas Asturias, Galicia y Portugal, tampoco ferrocarril a la altura del siglo XXI, sin proyectos educativos rupturistas, sin respeto a sus denominaciones de origen y con una trayectoria descendente de población, renta y empleo.
Dice una máxima que, «si continuamos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados». El marco político actual ha llevado a esta difícil coyuntura. La resistencia a cambiarlo es grande, pero hay que modificarlo si queremos otra cosa. Aunque sea legítimo empujar por cualquier alterativa, parece lógico caminar hacia un nuevo marco territorial y político que sea más fácil de alcanzar que otros, dentro de su dificultad. Se puede optar por rutas de cambio que exijan reescribir todo o gran parte del ordenamiento legal, pero parece de sentido común elegir sendas que cumplan con la Constitución Española y que no compliquen su legalidad más que en aspectos puntuales.
En este sentido, la petición de una autonomía para la provincia de León por el artículo 144 es una opción que razonable: es constitucional, no modifica el ordenamiento jurídico, salvo el Estatuto de Autonomía de Castilla y León (mínimamente), y pone de relieve el papel central del Bierzo en ese desarrollo del noroeste que es causa de interés nacional.
La necesidad de que Ponferrada y su área de influencia (que es mucho más que el Bierzo) cobren relevancia política tiene respuesta en la vía del 144 y es una de las ventajas de esta reclamación uniprovincial abierta (puesto que Zamora y Salamanca se incorporarán si así lo deciden en algún momento sus ciudadanos). El relato de la distritación de la provincia de León en dos áreas es un discurso que ha de prender en la sociedad leonesa en general y en la berciana en particular.
Una provincia que es más grande que la suma de Ávila y Segovia –tanto en superficie como en habitantes–, o más extensa que la agregación de Pontevedra y Orense, necesita soluciones políticas para que todos los leoneses tengan acceso a servicios similares y de calidad. Sin hacer dos distritos que reciban su propia asignación presupuestaria garantizada no va a llegar esa igualación que nos haría a todos ciudadanos iguales en oportunidades y garantías. Por eso la autonomía uniprovincial abierta para León, por el artículo 144, y con distritación plena de presupuesto e instituciones, es la solución lógica para el declive del Bierzo.