Secundino Llorente

El bilingüismo, nuestra asignatura pendiente

09/01/2025
 Actualizado a 09/01/2025
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En Castilla y León podemos presumir de que en la última década hemos sido los primeros en el ranking, tanto del informe Pisacomo del informe TIMSS. Hemos sido un ejemplo para el resto de las comunidades de cómo gestionar la educación. Sólo en bilingüismo seguimos estancados. Nuestros alumnos terminan el bachillerato sin dominar el inglés suficientemente para defenderse en el mundo que les espera. Y no es porque no estemos concienciados de esta carencia. Llevo muchos años oyendo a los consejeros de educación de la comunidad frases como: «Seremos los analfabetos del siglo XXI si no somos capaces de hablar perfectamente en inglés». A pesar de que todos están de acuerdo en esta necesidad, la realidad es que seguimos igual: nuestro bilingüismo no funciona. Los únicos alumnos que hablan perfectamente el inglés en bachillerato son los que se han pasado la vida en las academias y en estancias en el extranjero. «Esta es la realidad». 

Con el Plan Bolonia, que propicia la movilidad de los alumnos por todo el continente, tenemos el convencimiento y la certeza de que ningún alumno debería llegar a la universidad sin ser bilingüe real. No podemos seguir haciendo el ridículo por Europa. En la enseñanza privada saben perfectamente que el dominio del inglés es prioritario e imprescindible. Se juegan el prestigio, el número de matrícula y, consecuentemente, el negocio. En la pública este problema sigue sin solución. Aquí los alumnos suelen apoyarse en el esfuerzo económico de los padres para proporcionar a sus hijos la solución de esta carencia.

En Castilla y León, en el curso 2006-2007, se crearon las «secciones bilingües». Desde su comienzo, ha habido quejas y protestas en la Consejería de Educación por la nulidad y el fracaso de este programa. Creo que hemos empezado la casa por el tejado. En la mayoría de los centros públicos no había en 2006 ni un solo profesor con destino definitivo capaz de impartir su asignatura en inglés. El programa de bilingüismo en los centros públicos está pidiendo a gritos una revisión a fondo. Parece necesaria una reforma profunda, no nos sirven unos pequeños retoques porque nos quedaríamos con la misma chapuza que tenemos. El profesorado necesariamente debe ser licenciado o experto en lengua inglesa y otras áreas. Sin este requisito el bilingüismo será imposible. Hay que entrar ‘a saco’, sin miramientos ni pamplinas, para enfrentarse a los cambios en concursos de traslados, a un profesorado estable y a unos sindicatos que representan a ese profesorado. La normativa de nuestras secciones bilingües se resume a: «Podrán impartirse en inglés contenidos correspondientes a un mínimo de dos disciplinas no lingüísticas y un máximo de tres». Llevamos dos décadas comprobando que esto no funciona. El descontento con este programa es general. Las organizaciones sindicales, el profesorado en general y otros miembros de la comunidad educativa, como las asociaciones de padres, se quejan por su fracaso. El colmo ya es que los centros abandonan el bilingüismo y vuelven a dar las asignaturas en español. No quieren seguir haciendo teatro y «se bajan de ese tren». Hasta este punto hemos llegado. ¿Qué más debe ocurrir para reaccionar?

Lo más curioso es que la solución la tenemos en casa. Es algo muy sencillo porque en nuestra comunidad ya tenemos otro programa bilingüe llamado: ‘Convenio de colaboración MECD-British Council’, que está muy bien valorado en todo el sector educativo. El objetivo es desarrollar un programa bilingüe español-inglés desde una etapa temprana, en el segundo ciclo de educación infantil, y mantenerlo hasta el final de la etapa de la ESO. Se imparte en inglés «lengua extranjera» y otras 2 asignaturas no lingüísticas. El horario semanal de la ESO se incrementa en dos horas para perfeccionar la «lengua extranjera». El profesorado necesariamente debe ser licenciado o experto en lengua inglesa y otras áreas. Y los institutos cuentan con una dotación específica de hasta tres auxiliares de conversación extranjeros, muy importantes para las dos horas de incremento.

Sólo dos diferencias entre este programa y las secciones bilingües: «Empezar muy pronto, a los tres o cuatro años, y profesores expertos en la asignatura y totalmente bilingües». Ahí está el QUID de la cuestión. ¡Casi nada, señora consejera! ¡Ánimo, sea valiente! ¡Háganos caso esta vez! Las próximas generaciones de universitarios de Castilla y León lo necesitan y se lo van a agradecer. Siempre hemos aplaudido su trabajo, menos en este asunto. Seguiremos insistiendo hasta que la comunidad de Castilla y León supere su asignatura pendiente.

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