08/02/2024
 Actualizado a 08/02/2024
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Federico García Lorca escribió ‘El romance de Don Boyso’, que ha sido cantado posteriormente por las mejores voces de este país; por ejemplo, por Teresa Berganza. Es un romance de «frontera», de la que existía entre los moros y los cristianos en los años de la Reconquista, pero que era, como todas las fronteras, muy permeable, permitiendo amoríos entre nobles leoneses y mancebas que creían en Alá y que vivían en el mismo León, en Zamora, en Salamanca, en Extremadura o en la zona occidental de Andalucía, lo que venía a ser lo que los romanos llamaron «la Ruta de la Plata».

Este lunes pasado, en radio Clásica, Martín Llade y Clara Corrales, presentadores del programa ‘Sinfonía de la mañana’, emitieron la versión de Berganza y luego se estableció un debate muy animado entre ellos y los oyentes que daban distintas versiones del poema, por lo que se entiende que Lorca escuchó alguna de ellas antes de escribir el suyo. Pues al final resulta que hablaron de los distintos nombres que se daba al protagonista, Don Boyso, en sitios tan dispares de esta provincia como Vierdes, Villadangos, Rabanal (supongo que del Camino), Omaña, Villafranca o Arbás. Este iba del ya descrito, Don Boyso, a Don Hueso, Don Lunes, Don Bueso, etc. Martín Llade, que es el señor que retransmite el concierto de Año Nuevo desde Viena, estaba como flipando cuando mencionaba el nombre de los distintos pueblos de León, llegando a decir que «no conozco ninguno, pero me parecen (los nombres), salidos de la pluma de Tolkien...», y no le falta razón. En León, a poco que busques, encuentras pueblos de nombre inverosímil: desde Cacabelos a Calamocos; de Pallide a Salamón; de Calaveras de Arriba a Calaveras de Abajo; de Vierdes a Pío; de Caín a Los Espejos de la Reina; de Candín a Corullón...

El caso es que ‘Boyso’, en Vegas, evolucionó a Boixo, apellido que llevan hoy dos o tres familias que ocupan una manzana de casas y que han dado al mundo gente tan influyente en el devenir de la humanidad como el ingeniero jefe de Google que ‘inventó’ el primer ordenador cuántico, del que os hable hace varios años. O su padre, con una calabaza tamaño XXL llena de ideas (algunas locas), y con un currículum que ocupa tres páginas A4 y que mete miedo. O el mentado, hace pocas semanas, Percan, que tiene como cuarto apellido el de Boixo. O el cura que sufragó la construcción de la dichosa Cruz de Hierro con la que, también, me metí a cuenta de su iluminación navideña. Lo que uno no tiene claro es que el ligón medieval perteneciera a esta rama de la familia, aunque tratándose de alguien de la ribera del Porma todo es posible.

La frontera, en la reconquista, pasó de León hasta los pueblos que llevan el mismo apellido en Badajoz y en Huelva: Arroyomolinos de León, Cañaveral del León, Fuentes de León, Segura de León y Calera de León. Pueblos serranos, con frío en invierno y un calor abrasador en verano. Pueblos con fuentes y con agua por doquier, con dehesas y con navas, con montañas y con el olor al viejo Reino que marca su vivencia diaria. La frontera, la Raya, que como dije era permeable, y permitía el comercio y los enredos amorosos, la lucha y la paz, la presencia de Jesús y de Alá...

Uno no está muy de Acuerdo con Américo Castro, cuando cantaba la convivencia casi idílica de las «tres culturas». Seguramente, en aquella guerra eterna que duró setecientos años, hubo momentos para confraternizar y otros para pelear; un tiempo para llegar a acuerdos y otro para romperlos. Setecientos años son muchos años para trazar una línea que siempre estaba recta. Habría curvas y recovecos en el camino y en muchas ocasiones los muertos llorarían por la suerte de los vivos. Pero es cierto que la gente se movía a través de la Raya y no cesaron de hacerlo nunca.

Ahora, hoy, por desgracia, nos están intentando poner nuevas fronteras en lugares que nunca existieron; se están intentando poner fielatos en todos los caminos, incluso en los no transitados. Se están levantando ‘telones de acero’ y ‘muros de la vergüenza’ dónde no hace ninguna falta ponerlos. Nos están separando no sólo porque tengamos un Dios distinto, sino también porque hablamos distintas lenguas o pensamos de forma diferente unos y otros. Estamos retrocediendo siglos y siglos en la forma que teníamos de vivir, en la alegría, en la pena, en la esperanza o en el desánimo. Quieren que seamos, siendo hermanos, enemigos.

No quieren aprender de la historia; es más, para ellos la historia no existe. Volvemos a cometer los mismos errores que cometieron nuestros ancestros desde... que el mundo es mundo y que han dado lugar a que tengamos una historia llena de tormentos.

Somos, la gente, carne de cañón, esclavos que bailan según el son que toca el amo y no el que nace de poner música a un poema de Federico García Lorca... Salud y anarquía.

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