Son estas notabilísimas fechas ocasión para sentarse a mesas abarrotadas de manjares, comensales y aviesas intenciones. Este capítulo guiará por tan borrascoso mar de oleaje intestinal e intestino. Dejando aparte las de empresa (remedo y esperpento de las familiares), digámoslo ya: los preparativos son lo primordial. En cenas, comidas y piscolabis varios suponen el 99 % del trabajo y la dedicación antes, durante y post quem. Ellas (pues aún son mayoría en esta fase) se organizan con la destreza y el tino que da la experiencia y no se tiran (ni tiran) el pisto. Ellos, si por ventura lo intentan por vez primera (o segunda, o tercera…) gastarán sin medida, comprarán sin ojo y ponderarán sus esfuerzos culinarios como organizando coronación de monarca británico. No se hablará de otra cosa; con las consiguientes ventajas (véase prontuario final).
En efecto, la gestación del ágape proporcionará las parrafadas menos comprometidas de la sobremesa, aunque no exentas de riesgo: caminamos sobre el alambre. Los temas oscilarán sobre cuánto costó acumular sus ingredientes, tanto económica como físicamente (nivel verde), profusión de detalles acerca de los extraños comercios que hubo que visitar y la impostada camaradería con alevosos mercaderes que hubo de favorecerse, que ni Marco Polo en Samarcanda, inflación incluida (nivel amarillo), la excelente disposición de los efectos gastronómicos en la mesa, copiada de concurso televisivo, y el proceso previo objeto de documentadísimas disertaciones acerca de sus cualidades, cambios físico-químicos, aplicaciones de brasa, vapor, batido, coagulación, frigidez y arrumacos varios, etc. hasta alcanzar ambrosía destinada a este momento y comensales, por cuyo sacrificio han de verterse lisonjas sin cuento (nivel naranja) y cómo no vas a repetir con lo que te ha gustado y qué me dices de este vino que apenas has probado o estas garrapiñadas que he comprado solo para ti porque te gustaban de pequeño (nivel rojo). Este esquema vale tanto para perdices escabechadas con salsa bearnesa como para panecillos de bolsa con tajada de encurtido arrojada encima y puñado de frutas escarchadas de postre. Todo ha de enaltecerse, oh, blanca Navidad.
La ingesta prolongada de viandas de ardua asimilación y bebidas de sobresaliente entidad alcohólica mezcladas entre sí, además de azúcares, sales y glutamatos complementarios, supondrá un titánico esfuerzo orgánico. Para combatirlo nada como el desarrollo de una agresividad que tendrá como objetivo saldar cuentas pendientes del año anterior, cuando la disputa no llego a las manos gracias a la parálisis provocada por la pesantez estomacal. La irritación, sin embargo, fluirá como sangre por inmaculada arteria. En evitación de males mayores sirva este Prontuario de pares opuestos a callar en la mesa: Sánchez-Feijóo, Amnistía y Cataluña (fuera de Cataluña)-Amnistía y España (dentro de Cataluña), AVE-FEVE, Óscar Puente-Pablo Motos, Ayuso-Ayuso… (ustedes saben).