18/01/2024
 Actualizado a 18/01/2024
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Estoy que no cojo en mi de gozo... Resulta que, salvando la importancia de uno y de otro (mucho más importante él), y la ideología, sobre todo la ideología, soy el Inda de ‘La Nueva Crónica’. Un orgullo, se mire como se mire. Una política de Primera Regional Preferente (como la Cultural y la Ponferradina) tiene la desfachatez de denunciarme en los juzgados por el artículo que escribí hace mes y pico y que se titulaba ‘Devesa’. Hice mal, no obstante, en intentar arreglarlo a la semana siguiente, no pidiendo disculpas, como alguno dice, sino aclarando que, por lo oído, se iba a volver a abrir el bar, motivo esencial por lo que escribí el primero. Pues no...; el bar sigue cerrado a cal y canto y sin noticias de su próxima apertura.

Sería cojonudo que, en un país dónde el deporte nacional es poner a parir a los políticos, adjudicándoles calificativos gruesos y hasta ofensivos, me condenen a mí, un pobre incauto que lo único que pretende es que el bar más molón de la comarca siga abierto... Lo que ha conseguido la presidenta de la Junta Vecinal de Devesa de Curueño es que el pueblo se parezca a una población de Cisjordania o de Gaza, peleando a muerte, los unos y los otros, por ser los dueños del cotarro. Javier García Prieto, mi amigo, me dijo una vez en que le contaba las cuitas del mío, aquello de «pueblo pequeño, infierno grande». En el caso de Devesa es una desgracia de las mayores. Primero, porque son cuatro gatos y en segundo lugar porque dan la razón a los que piensan que las elecciones, cualquier elección, son un engañabobos en la que cinco iletrados dan el poder al que menos se lo merece. Esta señora, a la que no tengo el gusto de conocer, tiene como afán destruir lo que hizo el anterior presidente, Juan, que es un cacho de pan con aceite y una raspa de jamón.

En cualquier caso, sigo firmando todo lo que escribí en ‘Devesa’. Nadie ha desmentido o negado todo lo que expliqué el día de autos. Ni la Fundación de Cerezales, ni el Ayuntamiento de Santa Colomba de Curueño, ni el maharajá de Bombay; ni, lo más importante, la susodicha. Por lo que debo entender que esta señora tiene la piel muy fina y que no admite ninguna crítica. En un país donde los catalanes y los periodistas del corazón más recalcitrantes difunden trolas sin parar del Jefe del Estado y de su esposa (qué es la única que me preocupa, porque uno es ‘leticista’ hasta el fin), denunciando cuernos, enredos y desafueros como en una novela rosa barata, o de pícaros, y que salen de rositas por hacerlo, que a uno le imputen por expresar su deseo de que el bar del pueblo siga abierto es, como poco, una desfachatez.

No; no pretendo hacerme la víctima, mayormente porque no lo soy, ya que escribí lo que escribí en ‘Devesa’ con plena conciencia de lo que hacía. Uno, en su ignorancia, pensaba que le amparaba la «libertad de expresión», pero veo que no, que, por desgracia, cualquier indocumentado te puede denunciar porque le escuece lo que dices. Es lo que tiene la justicia gratuita... Uno, que ha perdido, por sentencia o por silencio, varios juicios que debería haber ganado (hecho que clama la venganza de Dios), no está de acuerdo con aquello de «juicios tengas...» Uno, en sus artículos en ‘La Nueva Crónica’, ha puesto a parir a los jueces, a los Maristas, a los capitalistas de las Jons, a los zurdos indocumentados y a lo que se le pone por delante. El director de ‘La Nueva Crónica’ tiene que estar de mí hasta los cojones, porque no paro de dar caña a todo lo políticamente correcto. Sé que lo hace porque es de mi pueblo, amigo de mis hijos y porque, en el fondo, no sabe qué hacer conmigo. Como ejemplo de lo dicho, un energúmeno de Vegas (al que quiero como si fuera sangre de mi sangre), le dijo un día qué por qué no me echaba del periódico; su respuesta (que no escribiré porque es bueno guardar silencio en  ocasiones), fue magnífica, propia de un amigo..., y de Vegas.

Pues con lo todo lo expuesto, no tengo ningún miedo de que me empapele la justicia. Si es así, que no lo creo, sería volver a darle la razón a aquel alcalde de Jerez, el señor Pacheco, que en paz política descanse, cuando dijo que «la justicia es un cachondeo». No, no tengo ninguna inquina a la presidenta de la Junta Vecinal de Devesa porque, como dije, no la conozco. Seguro que, como la Carrasco, en las distancias cortas es encantadora; no tengo dudas de ello, pero, a la larga, es una persona rencorosa, incapaz de admitir una crítica. Y, además, parece que le va la marcha, porque si no no se entiende la denuncia a un servidor y a medio pueblo, porque sí, ha denunciado a los que la critican en la aldea. Un sin dios.

Ya os conté una vez lo que dice un amigo (muy amigo), de lo de «el dinero y los cojones, pá las ocasiones». No sé si la mentada presidenta anda bien de parné, pero, en cuanto a los cojones, no me cabe duda que se equivoca, que confunde el culo con las témporas...

Pues nada, que nos vemos en los juzgados del otro lado del río. Y que Dios reparta suerte, como con los toreros valientes o desesperados, que dicen aquello de «o por la puerta grande por la enfermería». Salud y anarquía.

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