27/10/2024
 Actualizado a 27/10/2024
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Varios apuntes sobre lo sucedido en los últimos días con el portavoz parlamentario del principal socio del Gobierno. En primer lugar, la constatación de que el antiguo Twitter (hoy X) es porno, noticias y cochambre. Una pocilga de la que resulta imposible escapar. Como decía Abuela Luisa, la gente sólo discurre para lo malo, no para lo bueno. Y en estas últimas 72 horas la creatividad y el humor florecieron hasta niveles que nuestros cerebros ya no podían procesar, ahítos de tanto meme y tanto chiste. Risas malintencionadas pero imbatibles.

Luego, la dura realidad de ver cómo alguien se sube el cadalso que él mismo ha contribuido a construir, se pone la soga en el cuello y se tira al foso. Sin entrar en si lo merece o no (¿acaso tenemos toga y puñetas de encaje?), es interesante observar cómo el pensamiento posmoderno tiende inevitablemente a autofagocitarse, dado que ha eliminado cualquier posibilidad de perdón. Un rigorismo calvinista en el que sus participantes acaban todos en la pira de Juana de Arco, ardiendo para deleite de quienes ocuparán su lugar en un futuro no muy lejano.

Y, por último, el pasmo. Si este servidor de ustedes fuese, por poner un ejemplo estúpido, un traficante de armas, no se me ocurriría poner en las redes sociales ninguna mención al asesinato de niños en Gaza o a las víctimas de las balas en México. Me alejaría a mil millas de cualquier punto mínimamente próximo a mi execrable actividad. Me metería debajo de una mesa en cuanto me preguntasen qué opino de esas historias. En cambio, hay gentecilla que se atreve a ir dando lecciones o repartiendo carnés de cosas que ellos mismos adolecen. Resulta una estrategia perdedora, porque la coartada es una llamada a la comprobación. A tirar del hilo.

¿Será acaso la fantasía de la impunidad? Comprobar que una primera mala acción no tiene castigo, ni la segunda, ni tampoco una tercera o una cuarta. Llegar a creerte tu trola de que eres, no sé, el mayor feminista, el aliado número 1, el más feroz azote del patriarcado, el paladín protector de las mujeres… siendo exactamente lo contrario.

¿O será la afición morbosa por el peligro, por la posibilidad de ser pillado? Seguro recuerdan el caso de Max Mosley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, del que trascendió un vídeo en el que se grabó en una orgía con prostitutas, disfrazados todos con iconografía nazi. Neil Hannon hizo una canción para The Divine Comedy inspirado en el caso y contaba que para quien se ha alzado por encima del resto de la purria mortal no hay nada tan excitante como jugársela a perderlo todo y caer a lo más bajo. A la muerte civil.

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