Jorge Brugos

La caída de Sánchez puede empezar en León

17/02/2025
 Actualizado a 17/02/2025
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Carlos Martínez, nuevo secretario general del PSOE en Castilla y León no ha dado su bendición a la autonomía leonesa. Ataviado con aquellos hábitos pontificios que lució en unas fiestas, ha decretado mediante encíclica con sello de la profana madre iglesia socialista que se respeten los sentimientos históricos sin profundizar asertivamente en los anhelos emancipadores. Vamos, que viene a ser como un consuelo de tontos, un guiño calienta pasiones íntimas con nulo compromiso real. Se tienen consideración a las pulsiones leonesistas, pero nulas intenciones en hacer progresar nuestra región, un amor infantil e interesado con apenas expresiones materiales.    

Ya he escrito en alguna ocasión, que si el PSOE sigue gobernando a nivel nacional y el Partido Popular sufrió un gatillazo cuando Feijóo ya se veía en la Moncloa en 2023, es porque Pedro Sánchez cumple la premisa que ya escribió Michael Ignatieff en Fuego y cenizas sobre lo clave que es conocer tu país si pretendes aspirar a gobernarlo. La izquierda, al menos sobre el papel, ha sido siempre más empática que la derecha en la adaptabilidad de las distintas sensibilidades nacionales; acuérdense cuando el presidente del gobierno dijo en su otra personalidad bicéfala de secretario general que España era un estado plurinacional y el PP se rasgó las vestiduras. Entiendo el concepto, canalizando la idea de nación no en el sentido literal sino en el significado geográfico de región. Además, siempre digo que no es lo mismo ser madrileño que leonés, ni ser alicantino que andaluz. No alcanzo a comprender que los que han sido capaces de metabolizar la heterogeneidad patria todavía no asimilen que tampoco es lo mismo ser leonés que castellano. 

Si no cambian de parecer, sino siguen la estela del alcalde de León, José Antonio Díez, el PSOE puede perder el gobierno de España por provincias como la nuestra, por no haber sido capaz de comprender espiritualmente el autonomismo más allá de una falsa sensibilidad con la que mira el lúcido al loco.

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