El próximo 3 de diciembre, primer domingo de Adviento, es el día en el que comienza este tiempo que precede a la Navidad; y, a su vez, con el que se inicia el nuevo año litúrgico, que así se denomina el periodo en el que, de forma cíclica, la Iglesia conmemora anualmente la historia de la salvación llevada a cabo por Cristo.
El Adviento –bien lo sabes– arranca cuatro domingos antes de la Navidad, y es tiempo de espera, de conversión, de esperanza; de preparación, en definitiva, para la venida, para la llegada –eso es lo que significa ‘Adviento’– del Mesías; por un lado, para la parusía –la segunda venida del Señor, al final de los tiempos– y, por otro, para la Natividad –el nacimiento– de Jesús.
Y, por estas fechas, además de árboles, nacimientos, luces, adornos, villancicos… que nos anuncian la inminente llegada de la Navidad, de un tiempo a esta parte se ha popularizado también el ‘calendario de Adviento’ con el que ir, día a día, acercándonos de manera especial a la Nochebuena, descubriendo entre el 1 y el 24 de diciembre una sorpresa.
Su origen se remonta al siglo XIX en lo que hoy es Alemania, cuando, cada día, los niños encendían una vela; o borraban una de las veinticuatro rayas que habían sido pintadas con tiza en la puerta de casa o, incluso, recibían una golosina. Y, ya en las primeras décadas del siglo XX, sería cada vez más frecuente que se comercializaran calendarios de Adviento, digamos, del estilo de los actuales, con veinticuatro ventanas; aunque los primeros únicamente contenían imágenes.
Hoy por hoy, lo más habitual es encontrar una chocolatina escondida en cada casilla; aunque calendarios los hay de todo tipo: de cosméticos, de cervezas, de cafés, de infusiones, de juguetes, de libros… y hasta eróticos; aunque tal vez los más especiales sean aquellos que se preparan en casa, eligiendo cada regalín pensando en el destinatario…
Yo ya tengo los míos –uno de chocolatinas, y otro de cafés– preparados. ¿Y tú? No se te olvide que pasado mañana ya es día 1…