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El cáncer de la violencia

23/07/2024
 Actualizado a 23/07/2024
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Como tratado de psicología, la Biblia es un ejemplar extraordinario. No expone teorías, pero recoge a la perfección la grandeza y miseria del ser humano. El relato de Caín y Abel, independientemente del género literario en que esté escrito, refleja de forma magistral una forma de ser y de actuar que ha estado presente a lo largo de los siglos. Podríamos resumirlo con dos palabras: envidia y violencia. ¿Acaso nuestra sociedad, mundial y española, no se sigue conduciendo por estas formas de comportamiento?

Fijémonos en las noticias de cada día. Un alto porcentaje se refiere a actitudes o hechos violentos: guerras, terrorismo, violencia callejera, ajustes de cuentas, violencia doméstica o familiar… En el fondo de todo esta está la envidia y los celos, el no soportar que los otros me superen, que tengan más que yo, que triunfen más que yo, que manden más que yo, que los quieran más que a mí… Lo curioso es que Caín y Abel no se nos presentan como personajes distantes sino como hermanos. En realidad siempre es más fácil discutir con el vecino de al lado que con el que vive al otro extremo del pueblo. Muchas de las divisiones y conflictos tienen lugar entre las personas que viven bajo un mismo techo o entre familiares que no se ponen de acuerdo a la hora de repartir las herencias.

La violencia en principio es algo físico, cuyas consecuencias producen la destrucción de la vida o atentan contra la integridad corporal, pero no es menos importante la violencia psicológica o la violencia verbal que es generalmente la raíz o la base de la violencia física. En este sentido lo que llamamos ambiente de crispación es el mejor caldo de cultivo para todo tipo de violencias. 

Por una parte vemos que no solo no mejoramos, sino que vamos a peor, al tiempo que nos vamos resignando, como si no tuviera remedio. Y, sin embargo, deberíamos poner todos los medios para erradicar este cáncer de nuestra sociedad. Comenzábamos citando la Biblia por su perfecto análisis de las causas de la violencia; pero no deberíamos olvidar que también en ella aparecen las claves para el remedio: amarás a tu prójimo como a ti mismo, perdonad a vuestros enemigos, considerad siempre superiores a los demás, no obréis por ostentación y rivalidad… Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra...

Probablemente a más de uno esto le suene a sermón fácil, pero es la realidad. O seguimos estas enseñanzas que en su día ayudaron a cambiar el mundo, o retrocedemos a la barbarie.

 

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