Despertarse cada mañana para descubrir si fue uno mismo quien mató a Prim o tuvo la culpa del hundimiento del Prestige debe de ser gracioso. O angustioso. O pesado. Si uno es alcalde de provincias y sabe que su elección molesta a ciertos poderes no electos que pretenden elegir por derecho de pernada, estas semanas puede esperar cualquier cosa de los titulares de la prensa local. Cada bache, papelera rota o suceso añejo servirán al caso, convertidos en tinta negrísima. Aunque sea evidente que la mueven intereses más antiguos que el papel, contar con una sección fija titulada «vean lo malísimo que es este señor» puede ser entretenido. O angustioso. O cargante. Quién sabe.
La capital vale como muestra. El alcalde de la capital leonesa se presenta con esas maneras atléticas que sustituyeron hace años a las paquidermias de una Transición tan dada al guiso, café, copa y puro. Ese tipo alto y elástico, de políticos a lo Obama o Sánchez, somatiza la capacidad de pactar con quien haga falta, condición práctica donde las haya también en versión de cercanías. Nuestro alcalde venatorio asoma a los eventos con talle de fulgente maniquí como quien llega de otra dimensión para supervisar que los terrestres se comporten como deben. Como es usanza en el PSOE, aunque se diga socialista procura esquivar la legalidad aconfesional y hace de papón oficial porque eso da votos y, supongo, indulgencias. Rutina parecida a cuando privatiza. También se agarra de la cincha leonesista en la cintura de un mapa autonómico que sus jefes tienen por cerrado, metiéndose en esa maña de contradicciones en que tan bien se mueve, todo tonicidad y facundia.
La otra izquierda del consistorio se ha quedado en ropa interior. Literalmente, ya se sabe, pero también metafóricamente que es peor, porque las metáforas desnudan más. Don Nicanor fue elegido por Podemos y, al punto, expulsado del partido. Se presentará por uno nuevo porque en la izquierda hay tantos partidos como individuos y a veces más. Del traje del alcalde a estos gayumbos caben incontables progresismos y personalismos.
Mientras la izquierda se enreda en razones, la derecha lo hace con el mando. Ambos provocan chufla, pero estos últimos dan más vergüenza. Aparte la gasificación de Ciudadanos, poco que añadir en el PP al retrato del pasado día 16 de abril en esta misma página (‘La más alta Torres’) sobre una candidata que tiene más avidez que proyecto o sentido. Su programa consiste en ser madre, profesora, leonesa... Su programa es ser ella, plural o singular. A esta gente le gusta tanto León que quieren de él hacer algo distinto; en este caso otra Málaga. Con su Chiquita de la Calzada y todo. Para acabar, Vox no es más que la degradación de este aciago panorama: o tempora… Y entretanto, la UPL se instala en un perpetuo abril güeveril a la espera de su mayu pajarayu haciéndose querer …o mores.
Candelero del candidato
21/05/2023
Actualizado a
21/05/2023
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