Recién iniciado el año 2025 –te deseo, de corazón, que venga cargado de buenas noticias–, y ya de vuelta a la rutina, apuramos los últimos días de la Navidad; tiempo este que concluye con la fiesta del Bautismo del Señor, que celebramos el próximo domingo, 12 de enero, por ser el siguiente a la solemnidad de la Epifanía del Señor –el día de los Reyes Magos–, y que de alguna manera se prolonga hasta las Candelas –la fiesta de la Presentación del Señor–, el 2 de febrero, fecha en que muchos recogemos la decoración navideña, especialmente el nacimiento.
En la ‘Casa del Belén’ de Robledo de la Valduerna, en el municipio de Destriana –como a veinte kilómetros al sur de Astorga; alguno menos al noroeste de La Bañeza–, la Navidad parece no terminar nunca… Hace veinte años, Luis María Barril y Lourdes Seco, un matrimonio asturiano que vivía entonces en Oviedo, compraron una casa en el pueblo –atraídos simplemente por el entorno, sin tener vínculo alguno con él–, en donde hoy residen. Y en donde tienen abiertas las puertas de su ‘Casa del Belén’ –pared con pared con su propia vivienda– a todo aquel que lo desee durante todo el año… por extraño que te pueda parecer visitar un nacimiento, pongamos por caso, en Cuaresma o en pleno verano. Belenistas ambos, claro, él se encarga fundamentalmente del montaje –«lo más difícil es la idea», me decía– y ella de las miniaturas, de pintar las figurinas…
Cuando tengas ocasión, acércate hasta allí. Encontrarás, además de una docena de dioramas –escenas relacionadas con el nacimiento de Jesús–, un montón de belenes de lo más dispar: algunos hebreos –digamos tradicionales–, uno napolitano, otro salzillesco, unos cuantos de croché –estos hechos también por Lourdes–, otros con las figuras vestidas al modo típico asturiano…, así como más de seiscientos misterios procedentes de distintos rincones de todo el mundo, algunos realmente peculiares como, por ejemplo, un par de ellos en los que las figuras está talladas en cerillas. Ya me contarás…