Mientras importantes empresas se evaden de España, asaltadas por políticos incompetentes, es relevante que las principales compañías de construccion (Ferrovial, ACS, FCC, Acciona, etc) mantengan el 75por ciento del negocio fuera de nuestro país.
En el otro platillo, están otras empresas que espontáneamente aparecen como hongos de primavera. Se abonan con subvenciones, impuestos ciudadanos y demás recursos de dudosa procedencia. En su mayoría, son de escasa utilidad y justifican su razón de ser: ayudar al Estado en funciones que le correspondería desarrollar. En compensación, se les presta abundantes recursos humanos, materiales, publicitarios y financieros. El truco es crear unas necesidades más o menos ficticias, posteriormente el chiringuito, el staff y la opinión pública incauta que les sirve de apoyo. Por otra parte, está más que comprobado que detrás de cada concesión, llega el maletín.
Son muchas las empresas fantasma que no producen nada y salen adelante. Entre las primeras hay que destacar las ONGés; tan inútiles como los trasnochados sindicatos políticos –popularmente conocidos por ‘comegambas’–. Un destacado colocadero de gente afín, es lo que han hecho con el Instituto Cervantes, lamentable.
En todas ellas los salarios son de fábula y las plantillas una red de amigos incondicionales. Algunos incluso demasiado afectuosos, como Errejón, Monedero y Pablo.
Entre estos casos inexplicables, me ha llamado la atención una empresa de lo más versátil por la gran actividadad y amplio ámbito de intervencuión en materia de medio ambiente: aguas, emergencias, pesca y alimentación. Hablamos de Tragsa o, como la propia empresa declara: «Soluciones integrales en todo el territorio nacional, adaptadas –plegadas– a las exigencias de cada administración». En cuanto a las cualidades, sin modestia alguna, se definen: «Alta cualificación técnica del personal, mejora continua, innovación». Más el latiguillo de ‘I+D+i’ que queda muy bien; «sostenibilidad en todas sus actuaciones; eficiencia, calidad y visión global». ¡Sacando pecho! Lo del manido calificativo «sostenible» no significa nada, pero luce mucho.
A pesar de todo, la imagen de Tragsa se me ha caído como el «olmo viejo, en su mitad podrido y hendido por el rayo» –tal que dijo Machado. Porque, entre todas sus funciones ignorábamos ciertos servicios inconcebibles, prestados por la división Tragsatec. Lo último, la contratación de Jesica, una novia de Ábalos, en una empresa pública con dos sueldos, por no hacer nada. Entonces los de Tragsatec, para dar visos de legalidad, montan un paripé de oposición. La examinan, la califican y finalmente, contratada. Luego reconocen que esa nulidad «ha de necesitar ayuda» para todo lo que se supone que tendría que saber, pero no sabe.
Lo de cobrar sin trabajar, últimamente se lleva mucho. Antes, los empresarios ricos le ponían a la ‘querida’ un chalecito sostenible en las afueras. Pero la innovación I+D+i es lo que tiene.