26/06/2024
 Actualizado a 26/06/2024
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Ver el estado de las playas españolas después de la noche de San Juan es un indicador suficiente del nivel de guarrería y egoísmo que despliega un gran número de personas, porción bastante representativa de lo que somos los seres humanos para la naturaleza y para los demás. 

Llegar a un enclave que rebosa belleza y en virtud de una celebración actuar como un cerdo, visto lo visto es lo común. Y que me perdonen la expresión los amantes de los cerdos, que aparte de la propia pocilga en la que se les ubica, deben ser animales bastante más limpios y simpáticos que muchas personas.  

En todo caso, este comportamiento tiene dos vertientes, la falta de respeto por el mundo en que vivimos todos y la falta de respeto para con los que vendrán detrás a limpiar el despliegue de mierda, algo sobre lo que las ‘kellys’ tienen mucho que decir. 

Hay que preguntarse qué mecanismo, aparte de una educación inexistente y unas borracheras monumentales, puede impulsar a ir dejando un rastro de basura en vez de llevar a cabo el sencillo acto de estirar un brazo y recoger lo recién utilizado o desechado. Habrá opiniones para todo, pero seguro esto es un síntoma de ceguera, y no en los ojos (aunque a tenor de las imágenes, también) sino del intelecto, lo cual es bastante más desolador. 

No comprender que somos uno con el planeta y con los demás, es lo que nos está llevando a la ruina ecológica, política y como especie. 

Pensar que después de destrozar el medio ambiente podemos cerrar la puerta de casita y que ese espacio es un compartimento estanco, separado de lo que pasa fuera, es como cuando los niños esconden la cabeza y como no te ven a ti, creen que tú a ellos tampoco. 

Y así hasta que las montañas de basura entren por la ventana en un verano a cincuenta grados. Entonces habrá que buscar a esos culpables que siempre serán otros, obviamente. Porque nadie dudará que, si estas buenas gentes dejan así las playas, lo que hacen en otros ámbitos, incluidas sus relaciones personales, es exactamente lo mismo: cerdadas. 

Si nuestra sociedad no enseña amor y bondad, que son los verdaderos motores de un comportamiento cívico y de una mirada empática, las normas tendrán que imponerse con prohibiciones, multas, recortes a la fuerza y a porrazos. Y hacia eso vamos en Europa, no se engañen. 

Mucha IA en las instituciones educativas, que la tenemos hasta en el gazpacho a modo de tropezón, y pocos valores. Así nos brillan las playas y el pelo de la dehesa.

Es una pena que la libertad le quede grande a tantos. Lamentable que no se comprenda, en cualquier ámbito, que la libertad va de la mano de la responsabilidad. Que la gente de por sentado que sus derechos y logros van a permanecer si abusan de ellos. Hay una expresión muy vulgar que dice que hay quien es tonto del culo y quien es tonto de la cabeza. Cuando se es tonto de los dos lados pasan cosas como estas.

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