02/07/2024
 Actualizado a 02/07/2024
Guardar

En esta época del año podemos encontrarnos con más de un establecimiento con un cartel que dice ‘Cerrado por vacaciones’. Desgraciadamente también hay muchos que cierran definitivamente. Por el contrario, otros no dan abasto a trabajar. Así, vemos las terrazas de los bares y los restaurantes repletos de gente, las playas a tope, los supermercados abarrotados... Claro que no todas las familias pueden permitirse estos lujos. Los que están pasando serias crisis económicas no se ven ni se oyen. En este sentido, si nos guiamos por las apariencias, o tal vez por los datos de la macroeconomía, todo marcha de maravilla.

Lo que cuesta bastante imaginar es que esa gente que disfruta del verano ‘pierda’ el tiempo en sus conversaciones, hablando del Consejo del Poder Judicial, de la independencia de la justicia, de la inmigración, de la quiebra de la democracia en España o del paro juvenil… No parece que ninguno de estos temas les quite el sueño. Podríamos decir que lo que realmente parece estar cerrado por vacaciones es el sano espíritu crítico. Es como si quienes viven felices en una casa de madera ignoran que el edificio está siendo devorado por la carcoma. O, por poner otro ejemplo, los moradores de un chalé duermen plácidamente, mientras los ladrones están desvalijando la casa. Solo al despertar se dan cuenta de la gravedad de lo ocurrido.

Es cierto que, si intentas estar al día de todo lo que está ocurriendo en España a nivel de quienes nos gobiernan, puedes acabar mal de la cabeza, ante la impotencia de ver cómo no se hace nada. Pero por otra parte la solución no es dejarse contagiar y arrastrar por la indiferencia de la mayoría. 

Hasta ahora las cosas funcionaban más o menos mediante el establecimiento de leyes justas y aplicando la justicia a quienes no las cumplieran. Siempre había un margen de confianza en la justicia. Ahora quienes nos gobiernan hacen las leyes a su antojo. Por ejemplo, si su deseo es robar, lo arreglan haciendo una ley que diga que robar no es delito. Y, si aún no han tenido de modificar la ley y la justicia los declara culpables, lo arreglan con un indulto o una amnistía, descalificando las sentencias de los jueces. Otra forma de defenderse de la justicia es tratar de evitar la independencia de la justicia y poner jueces al servicio propio. Eso sí, un mismo delito se castiga de forma implacable, si lo cometen los adversarios. Pero, si lo cometen los míos, deja de ser delito. Esto sí que es corrupción y mucho morro. Y las masas no se enteran.

Lo más leído