Cada año, por estas fechas, no puedo por menos que echar la vista atrás y recordar aquellos veranos de mi infancia en Losada. De San Juan al Cristo, poco más o menos. Con tiempo para todo y, a la vez, sin tiempo para nada… La bici, la piscina, ‘pum’ –una suerte de ‘escondite’ en dos equipos por el pueblo–, conversaciones con unos y con otros que podían durar horas y horas… y, sobre todo, el reencuentro con la gente, los hacían más que especiales… Y fue en aquellas noches estrelladas –ya lo he contado varias veces– cuando, tumbado boca arriba en la era, comenzó a seducirme la astronomía… Y aquí sigo, no sé cuántos años después, locamente enamorado…
Algo tiene el cielo de verano que tanto nos hace disfrutar. Si aún no lo has descubierto, aprovecha en estos días para buscar un lugar más o menos apartado de la luz de los núcleos urbanos y, simplemente, levanta la vista… Podrás ver, aunque no lo sepas, estrellas, planetas, satélites artificiales… e incluso estrellas fugaces…; que, por cierto, no son estrellas, sino –sin entrar en tecnicismos– pequeñísimos cuerpos sólidos –pongamos por caso fragmentos rocosos del tamaño de la cabeza de un alfiler– que se encuentran en el espacio, llamados meteoroides, que al entrar en contacto con la atmósfera terrestre, a gran velocidad, se vaporizan y producen un un destello luminoso.
Precisamente en esta época son protagonistas las Perseidas –también conocidas como ‘Lagrimas de san Lorenzo’–, la lluvia de meteoros –de ‘estrellas’– más famosa del año, cuando la Tierra, en su recorrido alrededor del Sol, se cruza con la órbita del cometa 109P/Swift-Tuttle, que se ha ido dejando partículas a su paso.
A propósito de las Perseidas, son habituales las observaciones astronómicas en distintos lugares, en general llevadas a cabo por asociaciones de astrónomos aficionados –caso de la Asociación Leonesa de Astronomía o de la Asociación Astronómica del Bierzo– que te enseñarán a mirar al cielo de otra manera. Si tienes ocasión, no dudes en asistir.