07/02/2025
 Actualizado a 07/02/2025
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Es curioso cómo el mismo tiempo a veces da la sensación de multiplicarse o dividirse según lo que nos ocurra dentro de él. Hay veces que las horas duran 10 minutos y otras que se extienden hasta lo que parece ser el infinito. Después hay otra categoría, las horas que pasan en la sala de espera de un quirófano.

Pequeños grupos de personas, diseminados por todo el inmenso pasillo, intentan darle las menos vueltas posibles a cabezas por las que es imposible que no desfilen pensamientos intrusivos. Miradas al móvil, paseos a la nada, un café frío de la máquina... todos esperan a que por esa puerta blanca aparezca un héroe vestido con pijama verde para decirle que todo ha ido bien, que lo peor ya ha pasado y que solo la recuperación separa a quien más quieres de tener un problema menos.

No deja de sorprenderme la diferencia en lo que pasa por la cabeza de quienes están a un lado y a otro de la puerta. A la preocupación de unos se contrapone la rutina de otros, lo que para uno es el día más importante en su vida, para el otro es simplemente un miércoles más en la suya. Lo que es una noche sin dormir es también un descanso a pierna suelta. Lo que son dos días sin comer, es un café y una tostada como cada día. Lo que son días de preparación para ir al hospital, es montarse en el metro como cada mañana. Darle normalidad a salvar vidas a diario es una de las cosas más anormales para el resto del mundo, abstraerse de la responsabilidad de tener el futuro de otro entre tus manos, una misión imposible para la mayoría.

Tengo la sensación de que no valoramos lo suficiente a nuestros médicos, a nuestros cirujanos, a nuestras enfermeras... a nuestra sanidad. En este país somos unos auténticos privilegiados, aunque solo conscientes de ello cuando vienen mal dadas y a la hora del alta no aparece por la habitación un sobre con la factura dentro. Como dice el anuncio, no es magia, son tus impuestos y aunque es evidente que no todo funciona como nos gustaría, lo que sí lo hace debemos defenderlo con uñas y dientes, porque las horas pasan despacio, sí... pero podrían hacerlo más.

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