12/07/2024
 Actualizado a 12/07/2024
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Cinco meses no son nada, pero también pueden ser un mundo. En cinco meses la vida te puede cambiar, pero también en un minuto. El tiempo es relativo y también lo son nuestras vivencias. A mí, en estos cinco meses en los que no he pasado por aquí, la vida me ha llevado precisamente a relativizar mucho las cosas, a distinguir entre lo que de verdad tiene importancia y lo que no.

Un aprendizaje no exento de dureza, de hecho marcado por ella, a través de pasar por situaciones de las que incluso estando avisado es más que difícil gestionar. Sin duda peor es la incertidumbre, el no saber qué va a ocurrir o si las cosas van a ir bien. De que cualquier giro sobre la hoja de ruta prevista signifique ponerse a temblar.

Una vez escuché a alguien que el único sitio alegre de un hospital era su Maternidad. Ahora he aprendido que también es el más triste. A solo unos metros de   la felicidad  de muchas familias  por recibir a un nuevo miembro, las flores en los ascensores se encuentran con las miradas perdidas de aquellos que acompañan a quienes ven como lo más querido pelea por salir adelante o incluso tratan de superar el drama de perder a lo que más quieres sin ni siquiera haberlo llegado a conocer. Una realidad que sucede día a día en nuestros hospitales y que no por extremadamente dura debe ser invisible en nuestra sociedad hasta que no te toca de cerca. La maternidad, la paternidad, es tan bonita como imperfecta por muchos planes que puedas tener en la cabeza.

Hoy, cinco meses después de aquel día cinco que jamás se nos olvidará, tenemos en casa a una guerrera a la que la vida no se lo está poniendo fácil, a la que aún le queda un largo camino que recorrer, pero que día a día nos da una lección que nos tiene sujetos a lo verdaderamente importante y nos hace valorar cada sonrisa. Cinco meses son un mundo. Ella es el mundo.

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