
Cirros, cúmulos y estratos
05/04/2015
Actualizado a
19/09/2019
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Pensábamos que no tenían más sentido que para hilar los atentados y los sucesos con las noticias económicas en los telediarios, un paréntesis entre la acción del primer plato y el drama del segundo, pero al fin hemos descubierto que los escándalos de los ERE y los cursos de formación protagonizados por el PSOE en Andalucía han servido para algo: la jueza Alaya ha paseado sus modelazos ante las cámaras, ha lucido sus peinados por la pasarela de los juzgados (al chófer le debe de decir que aparque siempre ahí, donde están todos esos fotógrafos) y ha conseguido que su boda en calesa fuera retransmitida con el mismísimo despliegue de la mismísima Belén Esteban. Alaya ha dado tantos titulares que sus acusados acabarán absueltos por la ley del aburrimiento y los periodistas tendrán que cambiar «presunto corrupto» por «presunto escándalo». Los votantes andaluces sólo han dado la razón a su sastre y a su peluquero, supongo que a su estilista en general, y han demostrado que, como en el resto del país, la corrupción está parcialmente perseguida por la justicia y totalmente amparada por las urnas. Al comprobar que el viento de Levante no es capaz de levantar el campamento socialista en Andalucía (eso sí que es un macro-festival, pues en lugar de empalmar los días y las noches directamente empalman legislaturas, y seguro que algo más), es de esperar que el próximo pronóstico meteorológico anuncie que, a este lado de Despeñaperros, donde los escándalos son igual de graves pero mucho menos ruidosos, siga el anticiclón del PP. Cielos despejados bajo los que seguirán estando los mismos al sol y los mismos a la sombra. Sin gaviotas, que ahora no tira la marca, pero los mismos. Preocupan esos nubarrones del horizonte, nubes violáceas que no hace falta ser Maldonado para saber que traen lluvia ni hace falta estar fumado para darse cuenta de que tienen forma de Mesías con coleta. La evolución de esta nubosidad ha sido observada con especial interés desde los dos grandes graneros de votos, donde han respirado un poco más tranquilos al comprobar que se han ido dispersado en pequeños cirros, cúmulos y estratos, hasta el punto de que no se temen grandes desbordamientos de los ríos. Gran parte de la cosecha, puede que no la mayoría, quedará a salvo, gracias a que el viento Ohm sigue soplando por donde ellos dicen. En cualquier caso, cirros, cúmulos y estratos amenazan la estabilidad atmosférica y eso provoca inevitablemente un aumento de la presión. El otro día desayuné con Juan Vicente Herrera. Él trató de mostrarse tranquilo y cercano y consiguió mostrarse cercano. Yo traté de mostrarme interesado y cercano y también conseguí mostrarme cercano.
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