Me hubiera gustado titular este escrito como el libro de Torbado ‘Tierra Mal Bautizada’. Tan mal, como que nos llaman «Castilla y León».
La indefinición y el escaso aplomo de los que deberían apartarnos de Castilla, nos han sumido a los leoneses en una indiferencia y desinterés, ante lo que algún día será inevitable.
Bastaría recordar que somos el último residuo del franquismo. Un tipo del Régimen –Martín Villa– en busca y captura por Interpol, por firmar sentencias de muerte, fue el artífice de esta componenda. Su propósito, convertirnos en la «reserva espiritual de occidente» para sacar pecho ante los separatismos. Una estrategia estúpida que Sánchez desbarató con un soplo. A este contubernio, se sumó la Junta Castellana por su propio interés y como cómplice, asumió la línea del Dictador.
Parte del aparato fue Óscar Puente que instó a la clausura de León, Zamora y Salamanca, a falta de futuro, para engrandecer Valladolid. Pocas luces las del ministro, porque la Junta, lleva años haciendo esta misma labor. Aquí no se mueve una hoja sin que el poder autonómico, elabore un largo y farragoso camino de burocracia que, pasado un tiempo, suele acabar mal. Y quien dice una hoja, habla de proyectos e inversión.
Obstáculos notorios, la negativa a la autovía León-Braganza, que sería un gran impulso para la provincia.
Sin apenas movernos, hablan a veces de restaurar la línea férrea Vía de la Plata. Y sin salir de la estación, esperaremos la integración que, sea por Adif, por Renfe o por que sí, deja al AVE en vía muerta.
Peor suerte corre Feve. Pero tener que subirse a un autobús, bajarse, subir al tren… para ir a Barrillos, Manzaneda o Cistierna, le quita a uno las ganas de viajar. Por diminuto que sea, no olvidamos el curiosín ‘Ponfeblino’. Sus posibilidades para incentivar el turismo serían notables. Sin ir más lejos, en Francia -donde no opera la Junta de Castilla y León- funcionan numerosas rutas de este tipo, por Las Landas, sin parangón con los paisajes de Laciana, Bierzo o La Cabrera.
Pero siendo tantos los agravios pendientes habrá tema para otro día. Como avance, la amenaza de la ‘fiebre del mono’ –no es por señalar–. No tardando mucho volveremos a encontrarnos en el vacunódromo o Palacio de Congresos. Hasta pronto.