Es asombroso que tantos columnistas sean incapaces de hacer un análisis de la victoria electoral de Donald Trump que vaya más allá de algo tan simplista como considerar que el votante norteamericano es poco más que un discapacitado intelectual.
Para empezar, el nivel intelectual de un pueblo no puede medirse por la altura de sus líderes, pensemos dónde quedaríamos los españoles si fuera así. Existe una distancia sideral entre el homo sapiens sapiens y la masa votante, que impide identificar a uno con la otra.
Por otra parte, solemos olvidar que el homo votante es perfectamente diferenciable del homo militante. Como dijo Alán Barroso, todos los militantes votan, pero no todos los que votan son militantes. Por eso, hacer política para satisfacer a los militantes puede en muchas ocasiones espantar a los votantes. Y estas son las aguas en las que ha pescado Donald Trump, las de la gente que, más allá de sus simpatías por el partido demócrata, está harta del nivel de despropósito que habían alcanzado las políticas progresistas en cuanto a los disparates de género, la sinrazón climática, la irresponsabilidad migratoria y las políticas de cancelación de todo lo que no comulgara con la ideología ‘woke’. Más que una victoria de Trump, estamos ante el colapso del despropósito al que se habían precipitado los demócratas. Como dijo Chesterton, el progresismo se parece a veces a un guardia de tráfico que ordena a todos los coches seguir adelante sin saber lo que hay más allá, y en esta ocasión había un precipicio.
El mercado, que es mucho más sensible al sentir de los pueblos que los políticos, ya se había dado cuenta de que incluso el sinsentido común tiene sus límites, y que en este caso el vaso estaba empezando a rebosar. Por eso Disney anunció recientemente un cambio estratégico que deja de lado la agenda ‘LGBTQ+’, y por eso Mark Zuckerberg ha declarado que se acabó la descarada censura en Facebook.
Lo explicó magníficamente el muy progre cómico norteamericano Bill Maher: «Estas elecciones se basaron en gran medida en lo que he estado diciendo aquí durante mucho tiempo y que me ha hecho perder muchos seguidores: este país está harto de las tonterías progresistas que van en contra del sentido común».