Acercarse a Riaño siempre es un buen plan. Yo hace ya algún tiempo que no voy, pero espero no tardar en volver… Solamente el entorno en que se encuentra es motivo más que suficiente para dejarse caer por allí de vez en cuando pero, además, atractivos no le faltan; sin ir más lejos, aquí mismo han salido ya algunos, como el museo etnográfico o el barco turístico que recorre los llamados ‘Fiordos leoneses’. Y también entre esos atractivos se encuentra su columpio gigante, que ha sido todo un éxito desde el momento mismo en que fue inaugurado, hace ahora tres años; de hecho, no es extraño tener que hacer cola para utilizarlo…
El columpio, instalado por el Ayuntamiento de Riaño en el Alto de Valcayo –en el paraje de Las Hazas–, a más de 1200 metros de altitud, consiste en una estructura formada por dos grandes ‘tijeras’ de roble sobre las que se sitúa una viga horizontal, también de roble, desde la que cuelgan dos cadenas que sujetan el asiento. Hasta allí se llega dando un paseo, bien desde el aparcamiento del camping, bien desde el del cementerio; y, ya al verlo a lo lejos, su gran tamaño –alcanza los ocho metros de altura– llama poderosamente la atención. Al llegar, además, te recibe Jeidi (sic), la de León –que recuerda a la conocida niña de los Alpes suizos–, con madreñas, acompañada por su perro Chitu, un carea leonés; un ‘photocall’ único, como lo es también el gran corazón metálico instalado allí al lado el pasado verano.
Aunque el verdadero ‘photocall’ son las vistas que hay desde allí: las casas del pueblo, el embalse y el viaducto, y las montañas –Yordas, Gilbo, Llerenes, Las Pintas…–. Y, además, hay un par de bancos en los que puedes sentarte… y disfrutar…
Las normas de uso son tan sencillas como evidentes: en síntesis, que solo sea ocupado por una única persona de cada vez, no balancearse excesivamente o no estar en él más de dos minutos seguidos; y, sobre todo, utilizarlo responsablemente.
Cuando te columpias, la verdad es que la sensación es muy especial…