Cómete León (II)

Me retáisa que siga contando razones para venir a León (Sobran los motivos, I), no sois conscientes de que hay tantas como para llenar este huequín semanal durante todo el año. Pero vamos al lío, y seguro que me quedaré corta:

Los vinazos de Raúl Pérez. Castrillo de los Polvazares. Las barras de Donato en Villavente (ahora Moisés). Una Mahou de la Cultu. Cochinillo en Asador Viloria. El menú estrella de Cocinandos. Cañas y picoteo en el Camarote Madrid y en el Fornos. Huevos camperos del Páramo. Tapeo por el Romántico. Ronchitos (ay, los Deluxe). Morcilla en La Bicha (atrévete). La revolución brillante de LAV. Las vidrieras de la Catedral, desde dentro. El japo Koi. Los vermuses en el Cervantes, en el Rúa 11, en el Kitapenas. Casa Divi. Pizza y caos en el Made in Italy. La tortilla del Big Ben. Patatas de Casa Blas. Las croquetas de Becook. Patatas a la importancia en Casa Rafa. Fisuelos de Laciana. Ancas en La Zíngara y en Pablo. Rollitos de cecina en La Curiosa de Mansilla. Pimientos de Fresno. La crema de Fuensanta. Productos selectos en La Artesa. Casa Mando, en un reservado. El güevo frito de Brulé. Desayunar en el Zielo. Helados en La Dolce Vespa. Calçots en El Reguero Moro. La Cueva del Túnel y Los Poínos, en Valdevimbre. Pardoxín y castañas en almíbar de Prada. Los churros de Santa Ana. Hamburguesas en Tribeca. Vinos y marisquito en el Flandes y en el Bitácora. Pulpo en la Poveda. Menú verde en L’Unión. Las Canelas. Empanada de batallón donde Luciano y Bea. Y podría seguir durante páginas, pero mejor vengan a comerse León.