Imagen Juan María García Campal

Como de ella, ¿su día? ¡Cada día!

24/04/2024
 Actualizado a 24/04/2024
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Si la mayoría de las semanas me siento osado por dirigirles mis palabras, imagínense hoy que escribo después de haber escuchado a la humildad revestida de Luis Mateo Díez tras recoger de manos del rey el Premio Cervantes 2023. Hasta el teclado y la pantalla se han conjurado para advertirme, en el que yo creía documento nuevo y blanco, un «pálpate la ropa, que hoy es el día que es y acabas de escuchar a quien acabas de oír». Claro, aquí no será preciso decir que no sólo me tenté la vestimenta, sino que me aticé un pito reflexivo y que mantengo otro en ristre, ora manual, ora labial. Porque, ¿qué me habrán querido decir con eso de «que es el día que es»? ¿Acaso tiene este hoy en que escribo ocupación más seria y digna que la de ensalzar en público a ese objeto, a ese amigo que es el libro?

Ese viejo amigo que, si bien se encuentra confortable en su casa, nada la añorará si en la nuestra lo tratamos con mimo. Ese amigo que, bien se nos ofrece con los brazos abiertos, bien, como de brazos cruzados, recogido sobre sí mismo, nos observa, cautiva y corteja pleno de deseo de que lo acojamos y acariciemos con nuestras manos. Al que sin duda alegra nuestra mirada sobre su tez y al que la atención que prestamos a sus palabras hace una y mil veces útil. Ese objeto, ese amigo, que se vuelca sin reservas con y en nosotros, que nos hace partícipes de toda su experiencia y su sabiduría; que siempre enseña algo.

¡Ah ese viejo amigo!, que como dice la vieja Enciclopedia ordenada y publicada por Diderot es «asilo de la verdad que, a menudo, se ve rechazada en las conversaciones», «consejero siempre dispuesto a instruirnos en nuestra casa y cuando queramos y siempre desinteresado», que «suple la falta de maestros y a veces a su ausencia de genio o imaginación». Ese amigo que, cuando el crítico criterio y libre pensamiento vuelven a ser molestos, sigue regalándonos sin recatear sus conocimientos mientras cumple con el deber de ser «depositario de las leyes, la memoria, los acontecimientos, los usos, las costumbres, vehículo de todas las ciencias»; al que «hasta la propia religión le debe en parte su aposentamiento».

Ese viejo, esos viejos amigos, los libros, que aun se celebren hoy, son, deben ser, como ella, la poesía, amigos y compañía de todos los días. Lo dijeron, una creyente, Teresa de Ávila, «Lee y conducirás, no leas y serás conducido» y un agnóstico, Tierno Galván, «más libros, más libres». Así que: «Leer, leer, leer, vivir la vida», que enseñó Unamuno.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.

 

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