Hay cosas que me repugnan, pero que no se pueden dejar de lado. Es el caso de la conducta injustificable de Errejón. Me pregunto cómo pudo, este tipo llegar a un destacado cargo público. En cualquier caso, este episodio, por sórdido que sea, presenta cierta rentabilidad; el caso Errejón es un balón de oxígeno para no hablar de Sánchez, el músico, Begoña, Ávalos, Armengol y su cariñín Koldo.
Escuchando las encendidas declaraciones de Iñigo en favor de los derechos de la mujer y bla, bla que, en contraste con sus manejos al respecto, diríase que presenta un trastorno bipolar. Pero la abuela Carmena, que ya lo sabía, lo justifica diciendo que las agresiones de Iñigo «se debían a la inteligencia emocional del niño» –qué bien suena eso–. De modo que eran ampliamente conocidas, reiteradas, silenciadas, consentidas por su entorno y pelillos a la mar. Todos son culpables por la complicidad en el delito.
Este tipo de maltrato no es un caso único en el entorno de Podemos. recordemos las amenazas que Iglesias profirió hacia su compañera de partido, Mariló Montero: «La azotaría hasta que sangrase». Ni el partido, ni la justicia, ni las feminazis rampantes, dijeron nada.
Ahora hablan en Sumar de tomar medidas para que esto no vuelva a suceder, aunque conociendo su escasa moralidad, me atrevería a asegurar que este tipo de cosas siguen pasando.
Otra medida, impartir un cursillo para los hombres, sin discriminación, que «todos son culpables». Una maniobra más para trasladar el delito de Errejón a todos los varones.
En este caldo de cultivo, es concebible que convivan muchos especímenes dados al vicio y el poder. Hace un tiempo unas cuantas progres, separatistas y feminazis tuvieron relaciones íntimas con un apuesto varón que, con su físico pronto las encandiló. Pero al cabo de un tiempo, el Adonis acabada la misión, declaró que era ¡un policía! y las que hasta entonces se habían relamido, pusieron el grito en el cielo y empezaron a lanzar diatribas y denuncias como si alguien las hubiera obligado.
Puestos a dar cursillos, yo empezaría por uno de ‘sintaxis’ para Yolanda Díaz; así podríamos entender sus palabras, carentes de sentido. El siguiente de «buenos modales», para Marichús Montero que cuando troncha en el escaño, suelta perdigones por la boca. Un ‘bachiller’ para Begoña que una vez concluido, le permitiría pasear por la Uni, sin componendas. Otro de ‘solfeo’ para el hermanillo del presi; por último, un ‘psicoanálisis’ para que Sánchez nos libere de su mendacidad.
Y para todos los corruptos, maltratadores, farsantes y zánganos del congreso, propondría una ‘reeducación’ al estilo Mao Zedong. Resultados garantizados.