Hubo reunión (llámale Congreso si te vienes arriba) del Grupo de Filósofos de lo Rural sin Obra Publicada, del que fui expulsado pero ehaban el que me dejan ser secretario, y han redactado las conclusiones que os traslado con la obediencia debida sin ningún comentario (llámale coda si te vienes arriba).
Lo resumen en varias preguntas que ni puñetera falta les hace que se las respondan.
Se preguntan:
¿Porqué nos han quitado los monólogos que nos echaba Enrique Zapico al final de la partida sobres las conversaciones y reproches que la tía Civila le le lanzaba a dios arrebragada en mitad del barrio de Palombera para poner en su lugar en la televisión a Belén Esteban dando lo que tecnicamente serían berridos?
¿Porqué si Juanita nos contaba cómo habían ido a cenar unos médicos japoneses que con los arándanos han hecho un medicamento con el que los ciegos de Japón ya ven, eso sí, solo de noche ahora en vez de las historias de la nuestra mesonera tenemos que preocuparnos de Puigdemont y otras raleas similares?
¿Si Emilio ‘el de la rondalla’ publicó un lbro de fábulas y si te interesaba puso en la ventana un cartel que decía ‘aquí vive el autor’ porque ahora tenemos que leer a Ana Rosa Quintana, que si le pones en la puerta ‘aquí vive la autora’ le da un jamacuco?
¿Si éramos felices con ver a Kaniska en Casa Sidoro y a Barbachei el hombre foca que recorría la plaza con un arado en la barbilla porqué tenemos que andar viendo las fotos de un jato que mata elefantes en el descanso de sus atropos entre Bárbara y Rey?
Y así no sé cuántas preguntas más que ya os iré diciendo, que las tengo apuntadas, y que hacen que cerráramos la reunión escuchando esa canción de Facundo Cabral en la que canta/cuenta: «Una vez un presidente de mi país cuando le presenté a mi madre le dijo:¡Qué gusto de conocerla, Sara, ¿en qué puedo ayudarla? Y mi madre le dijo ‘con que no me joda es suficiente’».