La ventaja de la inmediatez televisiva es que te muestra las crisis casi en directo y podemos contemplar como la crisis ha llegado al tuétano del corazón social que es la juventud, y más aún, lo que ya es grave, a la adolescencia y a la infancia.
¿Y cómo ha sido eso? «Pues mire, vuesa merced, querido Sancho», porque los seres humanos en algunas latitudes adolecen de varias cualidades como, crítica constructiva, convivencia, respeto hacia lo que han heredado de sus mayores y les sobra autosuficiencia, soberbia y adolecen de educación y cultura.
Pues bien, después del desahogo por tanta insensatez, irrelevancia, falta de racionalidad, afirmamos que todo lo que está ocurriendo es fruto de varias causas que se resumen en una principal como es la ausencia de un consenso ciudadano y político para realizar una reforma educativa que centre los intereses de los estudiantes, futuros ciudadanos, con el fin de que sepan comportarse en su vida de adultos con seriedad y no dar estos espectáculos que dicen muy poco del ser humano. Sería conveniente que nos fijáramos en los siguientes aspectos.
– Los políticos no deberían formar parte de ninguna elaboración educativa, sólo propiciar el encuentro y el consenso, desarrollando las leyes adecuadas que aporten una educación para el futuro sólida y eficaz, después del trabajo profesional del profesorado.
– Restaurar la autoridad del profesor, preservarle de algunos cafres que le hacen la vida imposible y comenzar a reconocer su importancia a la vez que el profesorado se dignifica con una preparación y continua actualización demostrando sus dotes intelectuales y pedagógicas.
– Las familias deben apoyar, nunca inmiscuirse en las tareas profesorales y sí conseguir y denunciar sólo los aspectos en que la administración se inhibe de sus responsabilidades.
– Nunca la escuela debe estar politizada y manejada por aquellos que sólo ven en ella la consecución de sus fines sectarios porque de ahí provienen estas disfunciones.
– La Administración, los poderes públicos y las instituciones deben apoyar económicamente los planes que dimanen del medio educativo, sin querer influir en los alumnos, ni utilizarles para fines políticos, porque esa es la gangrena social actual.
Todo esto bastaría para terminar con el coro de plañideras mediáticas que, en desbarajustados debates matutinos, se rasga las vestiduras y forma el guirigay correspondiente, sin poner el dedo en la llaga que rezuma pestilencia. No se trata sólo de que el colegio tenga que hacer algo porque los padres no se enteran, los estudiantes están más por el móvil que por el esfuerzo. Se trata de que esta sociedad se ha dejado mecer por la indolencia y ha terminado por enviar los valores y el esfuerzo a un lugar que no es productivo y se encamina al fracaso total, además de tener una clase dirigente enzarzada en mantener los sillones, aumentar el gasto y en cambio mantener las peleas de gallos en un corral verdaderamente escalofriante.