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El corazón sobre los yunques

08/06/2024
 Actualizado a 08/06/2024
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Tenía ya las pupilas dilatadas como una loba en medio de la noche. Pero, a diferencia de una loba, no lograba enfocar. Hacía un buen rato que las enfermeras me habían echado los colirios para que la oftalmóloga me pudiera ver bien el fondo del ojo (y ahora me pregunto: ¿qué habrá visto allí?), pero todavía me quedaba bastante tiempo de espera. La sala de consultas del hospital estaba a reventar.

Tuve que cerrar el libro que leía. Me había llevado el último poemario de Ángel Fierro: ‘El corazón sobre los yunques’. Es un homenaje y una despedida de su esposa, Carolina Fernández, de cuya muerte se cumple un año a finales de este mes. Ángel me había dicho que la escritura de este poemario le ha ayudado mucho en estos meses. Algo que me reafirma en mi convicción, ya arraigada, de que el arte consuela, de que el arte es oxígeno. De que la lectura y la escritura son, para muchos, para mí, una forma de respiración. 

Mientras seguía esperando, con mis ojos de loba ciega, con mis ojos alucinados como los de Ginsberg cuando tomaba peyote y escribía su ‘Aullido’, dos lagos negros esos ojos, dos ojales oscuros en la cara, dos insectos extraños, resonaban todavía en mí algunos de los versos de Ángel Fierro. Las palabras de esa despedida tan precisa y tan preciosa que levanta un poemario: «Yo pongo / el corazón sobre los yunques / para que el golpe sincopado / de los martillos selle el nombre / con que te conocimos: / la doble rosa de Lina-Luna». 

El corazón sobre los yunques. Así ocurre alguna vez, incluso muchas veces. El corazón sometido a ser machacado y sin embargo un corazón que sigue latiendo. Y unos ojos que continúan buscando aquellos paisajes encendidos por la mirada de los ojos que se han cerrado para siempre. Unas pupilas que se dilatan ante la oscuridad para encontrar un sendero que todavía ni se adivina. La búsqueda de la luz. «Te fuiste. Así quedó / extendida la noche en la casa». Son respuestas que siempre tendremos que encontrar: cómo seguir el camino hacia adelante, como afrontar ese «abrir, cerrar los ojos, / esa labor diaria de vivir». 

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