Nieva en Collado Jermoso. Parece que la oposición de Venezuela tiene a nuestro Rodríguez Zapatero por un correveidile de Maduro, el invencible en las urnas. Pero no parece que influyera en que aquel haya cambiado las fiesta de Navidad para octubre, como ha hecho. Nieva en las cumbres. Pero, vamos a disfrutar un poco más del ambiente hogareño, de los bares de tapas, de las fiestas de los pueblos que todavía faltan por celebrar en septiembre, y de las orillas frondosas de los ríos en los que las truchas saltan y se bañan nuestros sueños.
El correveidile se pasaba el día (como la vieja del visillo) atento a los acontecimientos, a las entradas y salidas, a los golpes de las puertas, y hasta al ulular del viento, con el fin de tenerlo todo controlado en un tiempo en el que no existían los teléfonos inalámbricos. Era como los ‘influencers’ de ahora.
Han caído ya las primeras nieves sobre nuestros recuerdos. Hemos estado allí, en la vieja escuela, presentando un libro de poesía y recibiendo un homenaje del pueblo. Haciendo de correveidile de las musas Tratando de retomar la vieja intención de hacer de la patria natal del Padre Isla (el mayor irónico del s. XVIII) un lugar de correveidiles de los sueños. Porque los correveidiles todos son unos poetas: inventan las consecuencias de la realidad; edifican la belleza de unos sucesos extraordinarios; sueltan los caballos y los perros encerrados para que recorran los rincones. Explican lo inexplicable. Lo único que les diferencia de los correveidiles es el sueldo. No cobran. No gastan. Casi no comen. Solo beben.
Tres correveidiles famosos hubo en la vida del cronista: uno en Vidanes; otro en Cármenes, su tierra de adopción, y el tercero en Valdehalcón, su tierra de promisión. El primero, Luis Ferreras, filosofo titulado en ciencias secretas. Cuando llegaban los veraneantes de Madrid les «espetaba»: ¿Vosotros, cuando llegasteis ya estabais aquí, o vinisteis después?. Otro, ‘AnGLillo’, el de Cármenes, patrón de los filósofos de lo rural sin obra publicada, proponía este aserto: «El chivo cuando es castrón, borrego hasta cierto punto; más hay quien lo es todo junto: chivo, borrego y castrón». El tercero, el tío Pío de Valdehalcón. le preguntaba al Sr. Cura: «Quién fue el hijo que nació antes que su padre, mató a la cuarta parte de la humanidad, y la enterró en las entrañas de su abuela?» Tres poetas.
A los correveidiles, Boadella los llamaría monaguillos. Como a Illa. al que acusa de correveidile «sanchista». Tener, tiene pinta. Pero no es poeta, al menos en su tierra. Los poetas no nos cobran por sus sueños.