El escultor Jaume Plensa dice: «En este mundo incierto que tenemos, la cultura es una red. El arte es una voz que nos susurra al oído, que nos habla de enigmas. Que nos hace transitar del yo al nosotros». Estoy en los premios Ojo Crítico de RNE en el auditorio del Museo Reina Sofía. María José Llerga canta con una voz que te rompe el alma, luego dice: «Aprendí a cantar mientras mi abuelo labraba la tierra. Él no sabe leer ni escribir. Si esto lo escucha una niña en Sierra Morena que sepa que todos los sueños se pueden cumplir».
El viernes voy a la presentación del festival de cine documental Documenta Madrid en Matadero, centro cultural del Ayuntamiento de Madrid. El director del festival Luis E. Parés dice: «Aquí encontraréis cine experimental, cine rodado en 16 mm que no se puede ver en ningún otro lugar; rarezas, joyas restauradas, películas que jamás han salido de sus países de origen y cine por descubrir, abierto y plural».
Después vuelvo al Reina Sofía, a la fiesta de Radio 3 por el Día de los Museos (entre el Reina y yo, como veis, hay una historia de amor, porque además, todos los días paso por delante para llevar a Pequeño Zar al colegio). En el patio hay una pequeña muchedumbre de todas las edades. Esther Ferrero, la conductora de ‘Efecto Doppler’, dice sobre el escenario: «La sostenibilidad ha entrado en los museos, el arte puede contribuir a hacer un mundo más sostenible». Antes, ahí arriba, ha tocado Pignoise. ¡Pignoise! Álvaro, Pablo y Héctor, como veinte años atrás. Fans treintañeras se acercan a las vallas.
Después hablo con Tomás Fernando Flores, director de Radio 3. Recuerdo su programa musical ‘Siglo XXI’, recuerdo su voz trasparente, recuerdo los mensajes cañeros de los oyentes en el contestador. Ah, la radio pública.
Al día siguiente Pequeño Zar me acompaña al Museo Lázaro Galdiano, ese magnífico palacio con sus 13.000 obras de arte donadas al Estado español por el empresario navarro, y delante de ‘La visión de Tondal’ del Bosco, dice: «Mamá en el Telediario dijeron que el arte provoca sentimientos, la menina de la otra sala no me provoca nada, pero esto sí, ¿qué es esa cabeza y por qué hay una rata que le está entrando en el ojo?».
Llevaba un tiempo enfadada con Madrid. Coches por todas partes, turistas por todas partes, gentrificación, todo carísimo, todo lleno. Pero en tres días me he reconciliado con esta ciudad. Una ciudad donde la cultura es un huracán. Perdón, donde la cultura ‘pública’ es un huracán. Creo en el estado del bienestar, no importa el color político, creo en los museos abiertos, en la radio pública, en que la cultura nos da optimismo y nos ayuda a entender el mundo y creo que por esa razón y muchas otras debe estar al alcance de todos. Amén.