En el mundo actualmente hay una crisis permanente de identidad, valores y cultura que no acaba de concluir porque el ser humano no sabe resolver o se muestra escéptico y no la reconoce, un poco trastocado por tanta desinformación que no le deja ver lo que se le viene encima.
Parece ser que el tiempo de la reflexión ha desaparecido de la agenda humana.
Mientras tanto, la inmensa mayoría incrementa la bolsa de paro, tiene que migrar o pasar sus días entre el trabajo precario y la alienación que le ofrecen los medios audiovisuales y los políticos trapaceros y mentirosos.
Una falta de conciencia social operativa se extiende por todos los ámbitos y el desaliento cunde como alma que lleva el diablo.
El continente europeo no es ajeno a la ola de cambio cultural que se avecina y quizás también de la desaparición de formas de convivencia de las cuales surgirán nuevas formas de relación y comportamiento.
Gobiernos débiles, invasiones de pueblos, guerras civiles, culturas que desean revivir tiempos pretéritos, minorías que quieren imponer sistemas totalitarios, ambiciones desmedidas, corrupciones sin cuento, abusos empresariales, pícaros que engañan, moral por los suelos, ética que hace aguas y la estética al servicio de los más ineptos, así como un uso radical de la religión para conveniencias inconfesables.
Todo ésto bien aliñado origina un producto que es inquietante y a todas luces tenebroso.
En la actualidad Europa ha dado la medida de sus posibilidades y obtiene el mayor suspenso de su historia porque todo lo basado en fines económicos y ha dejado de lado lo fundamental que es lo humanístico.
Se veía venir porque esta «unión de naciones» tiene su origen en la «economía» y la «política» esencialmente; se caracteriza por su burocracia y obsesión monetaria; los habitantes viven en función del ‘euro’ y los sentimientos y valores humanos han sido arrinconados de forma descarada.
Desde luego que cuando se aprobó la famosa Constitución europea se sabía y nadie dijo nada al respecto porque interesaba la integración en el famoso y selectivo club del euro que daba poder y prestigio a las elites.
Naturalmente, ahora, ha estallado la ‘crisis humanitaria’, migratoria y de refugiados de forma explosiva y sin que los responsables políticos tengan las soluciones adecuadas porque han formado un club muy especial para disfrutarlo los privilegiados.
EEUU se ha cansado de ser el ‘guardián’ de los europeos espabilados y ventajistas que no saben defender su territorio y se retira haciendo mutis por el foro cansado de tanto desagradecido radical.
Los musulmanes están empeñados en darnos el té moviendo fichas medievales en Oriente Próximo, Medio y Lejano, cortando cabezas y despeñando cristianos y no cristianos, colgando a la gente de las grúas, asesinando por doquier y tratando de colocar el velo no sólo en los ojos si no en las voces de la opinión occidental que se achica de manera cobarde ante tamaño desatino.
La Cruz es su enemiga máxima y los cristianos objeto de sus ‘lindezas’ volando iglesias, matando creyentes y contando con el silencio de la ‘casta’ de la izquierda que emplea su tiempo en prohibir procesiones y trata de apoderarse de iglesias con argumentos reivindicativos apolillados y con indudable tufo de venganza trasnochada.
Los europeos populistas anclados en sus discursos populacheros deseando dar una vuelta de tuerca hacia postulados trasnochados y revolucionarios que han fracasado ejercen su método para acabar con los principios humanistas que dieron origen a la verdadera Europa.
En fin, un panorama que augura cambio de ciclo y no demasiado esperanzador por las trazas que tienen los últimos acontecimientos terroristas y de franco asalto a la fortaleza europea.
Y así ha llegado lo que hace mucho tiempo cabía esperar.
Mientras la presión migratoria la soportaba España nadie se alteraba. Suecia se permitía el lujo de criticar a las autoridades españolas sobre las medidas de filtro en la frontera del norte de África. Ahora Italia sufre la avalancha además de los Balcanes y la ola se extiende hacia Alemania, Austria… Todos han comenzado a reforzar las fronteras, a colocar filtros y los países nórdicos, tan beligerantes cuando se trata de criticar a los demás, se ponen serios y ven con lupa a los refugiados, migrantes y todo tipo de personas que tratan de cruzar sus fronteras.
¿Qué hace la Unión? Mirarse el ombligo, celebrar reunión tras reunión, y no tomar acuerdos. Países como Hungría y Croacia refuerzan sus fronteras, porque no olvidemos que , además de las gentes que huyen horrorizadas por las salvajadas del Estado Islámico y los asesinatos sin cuento de las guerras atroces, hay una «invasión silenciosa» promovida por esos musulmanes radicales que desean luchar contra Occidente y colocar terroristas silentes y mujeres que propicien la demografía, con el fin realizar el sueño que siempre han tenido : la invasión de Occidente y el exterminio del infiel.
Como podemos comprobar todo un plan maquiavélico que se vale de las conductas occidentales adormecidas y acunadas por el bienestar opiáceo de su sociedad y con la inocente creencia de aquellos “colaboracionistas” de dentro que todo lo disculpan y siempre está dispuestos a ser samaritanos con el dinero de todos y el veneno oportuno si se trata de criticar al gobierno de turno.
Alguien en Europa se ha preguntado ¿por qué los flujos de migración y refugiados vienen hacia Europa y no van hacia los ricos emiratos que tienen la misma religión? Y… ¿por qué estos emiratos y Arabia Saudí, ricos de solemnidad no sueltan ni un dólar para sus correligionarios?
Esperemos que Occidente despierte del letargo , edifique otro tipo de relación económica menos egoísta y defienda correctamente los principios del humanismo que tanto le han caracterizado.
¡ Ah! Y el que tenga un ratito aplíquese a leer a Oriana Fallaci que nos alertó de los males que se cernían sobre lo que llamó ella acertadamente, y algunos le copian actualmente, Eurabia. Por sus opiniones incluso tuvo que irse de Italia y vivir en los EEUU.

Crisis de identidad
12/12/2017
Actualizado a
18/09/2019
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