Cuando Mañueco le pregunta a Tudanca (ambos, cargos del PSOE de Pedro Sánchez) «¿Qué se siente al recibir una dosis de ‘sanchismo’?»; éste, en la radio, donde Alsina, le responde: «Yo no quiero pensar que Sánchez esté detrás de las cosas que están pasando», que es una forma de reconocer que, en efecto, su propio jefe le ha fallado. Al cronista, cuando abandonó el mar Mediterráneo para instalarse en el verdor asturiano, uno de sus alumnos le dio la primera lección acerca del carácter de aquel paisaje. «Aquí, cuando te llamen cuco, menea el rabo». Y, al cabo, fue descubriendo que, para estar en política es un principio que deberán tener muy en cuenta, a menos que quieran ir perdiendo pie cada poco y, adelgazando adelgazando, convertirse en lo que en León llamamos: ‘El espíritu de la golosina’, es decir, nadie.
Y fue así como el cronista logró vivir los veinte años más felices de su vida, más allá de Pajares. Suerte que le cogió en el periodo de madurez, que si es en la juventud seguro que estalla. Es como un reglamento. Y como ha dicho Nicanor Sen, el ex alcalde de Cistierna y ahora delegado del gobierno en la Junta, «Los reglamentos están para cumplirse». Y bien lo sabía él, que, aunque no conocía el soneto de Lope que concluye «Quien lo probó, lo sabe» lo había tenido que aprender a lo largo de su militancia.
Y no se trata de darse «baños de bosque» para que el susto pase, y los nervios se aplaquen, sino de aceptar que un partido político no es una orden religiosa, ni una mafia, sino una coalición de intereses particulares que se juntan para ser más fuertes frente al enemigo, que es todo lo contrario. Y si te vas nadie te pide que regreses ya que has dejado un sitio libre que es lo que todos están esperando. Nadie te pide que regreses, a no ser Andrés Trapiello en su última novela; pero eso no va de política. Como no va de política, sino de mares, lo último de a genial Noemí Sabugal en su ‘Laberinto mar’ que habrá que leer sí o si, puesto que en su ‘Making Of’ se pregunta «¿Cómo se entierra una ausencia» y es o es pura poesía. Quien lo probó lo sabe.
Mientras , seguiremos «estudiando» ‘La verdad sea dicha’ del sabio de Valderas, Santiago Trancón, para luego meternos con su novela, cuya acción transcurre en la misma villa tan frecuentada por genios como el Padre Isla y Begoña de Sánchez, por citar solo dos ejemplos memorables.