julio-cayon-webb.jpg

Cuando yo no la quería…

01/10/2023
 Actualizado a 01/10/2023
Guardar

La coronación canónica de la sin par Virgen del Mercado el próximo 7 de octubre se está convirtiendo en un acontecimiento de hondo calado para los leoneses. O, cuando menos, para un buen número de ellos, que la sienten como parte indisoluble de la ciudad y su historia. La también llamada ‘Morenica’ –cuyo ‘copyright’ definitorio (en español, derechos de autor) corresponde al cronista Máximo Cayón Waldaliso, aunque no se le cite habitualmente– estaba siendo la gran olvidada de la capital del otrora reino –incluidas las cofradías penitenciales y su instituida misa de acción de gracias el primer domingo después de Pascua–, a la que no han prestado la atención obligada. 

Es más, dejando arrumbados en el baúl de los olvidos algunos comportamientos y desdenes, es hora –ha llegado la hora– de que, con la mayor de las consideraciones hacia la titulada patrona de la Región Leonesa, advocación que se venera y rinde culto en el municipio de Valverde de la Virgen, la del Mercado y del Camino, la antigua de León e incardinada (de ahí su doble titulatura) en el Camino Francés siglos antes que la preservada por la orden dominicana, tenga el protagonismo que se merece y que no es precisamente durante la Semana Santa. Y no lo es porque, como «preludio del sufrimiento que acompañó a María durante la muerte de su hijo», es ajena a la Pasión de túnicas, encapuchados y seises con vara o sin ella. Por mucho que se insista en lo de la Semana de diez días, es una falacia. 

Por otra parte, a la Virgen del Mercado, hoy, se le podría aplicar una frase que resultaría irrefutable si llegara el caso: cuando yo no la quería, no la cortejaba nadie; ahora que yo la cortejo… pues eso. Que hogaño y con esto de la coronación y lo que viene conllevando le han salido ‘novios’ como setas hasta debajo de las piedras. En los cenáculos y a la hora del vermú. Que quienes jamás le miraron a la cara, o muy poco, creen tener en los bolsillos y a buen recaudo los aranceles correspondientes para opinar, criticar y resaltar con vehemencia –inusitada incluso– hasta defectos inexistentes. O para arrimarse a su sombra -que cobijarse debajo de la imagen es cosa distinta- y reclamar derechos. ¿Derechos?, suena a broma. O a ganas de urdir polémicas con el fin de hacer ruido de muy altos decibelios. 

Y como la memoria es frágil y, si conviene, como al presente, interesada, conviene recordar aquellos tiempos no tan lejanos, en que faltaban braceros para portar a la Virgen en el cortejo parroquial del Viernes de Dolores. Y no uno ni dos. Pues a quienes sí lo hicieron y continúan y a los que después se unieron con rotundo compromiso, no se les puede cuestionar. Y mucho menos de forma torticera, arrogándose la cara de la moneda. Y ya hay quien lo está pretendiendo.

Lo más leído