Hace unos días escuché de boca un político, y expresidente de España, para más señas, gallego de nacimiento y con una sorna de cuna una expresión que yo, ajeno a partidismo político, suscribo totalmente.
El origen de lo que voy a contar, viene determinado por una norma europea entrada en vigor desde el 3 de julio del presente año 2024 cuyo texto establece que desde este miércoles «todos los envases de bebidas de hasta tres litros comercializadas en la Unión Europea deberán incorporar mecanismo para que los tapones permanezcan siempre unidos a las botellas o briks». La Unión Europea ha implementado esta medida bajo la directiva 2019/904 para prevenir y reducir el impacto de ciertos productos de plástico, especialmente en el medio acuático así como en la salud humana. Con estas medidas se pretende evitar el abandono de los mencionados tapones en deterioro del medio ambiente o su perdida en las plantas de reciclado como consecuencia de su pequeño tamaño. La nueva normativa, UNE-EN A 665, establece «que los envases de bebidas de hasta tres litros deben mantener sus tapas y tapones de plástico unidos durante su uso» promoviendo así la economía circular al facilitar su reciclado junto a la botella. De esta manera (sigue la norma) se espera que los tapones de la botellas de bebidas no terminen en el medio ambiente, contribuyendo a su reciclado junto con el envase, promoviendo prácticas más sostenibles en el consumo de bebidas.
Digamos que hasta aquí no hago más que trasladar el espíritu de la norma europea a nuestro quehacer diario en el consumo habitual de cualquier bebida, ante lo que Mariano Rajoy, Santiago Abascal y Xavier García Albiol, casualmente dos del PP y uno de Vox (hasta aquí ninguno de izquierda), Albiol, alcalde de la importante segunda localidad más importante de Cataluña, como es Badalona, manifestó: «Con esto tienes posibilidades, de casi al cien por cien, de que el liquido te caiga encima».
La moraleja que de aquí se puede sacar es la de que hasta ahora los de izquierdas, que yo sepa, nos ha hecho público que a ninguno se les haya caído la bebida, sobre todo refrescante, encima, sin saber a que será debido.
Sin lugar a duda el que con mayor clarividencia definió la engorrosa situación que provoca el rabillo de plástico que se desprende de la botella, a tenor de la mencionada normativa ha sido Mariano Rajoy cuando manifestó que al hacerlo «se puso como un circo».
En definitiva en esto estoy totalmente de acuerdo con expresidente Rajoy porque soy de los que también me he mojado bebiendo algún refresco, a morro, como vulgarmente conocemos y hacemos en tiempo de calor, sobre todo, y de los que me considero consumidor habitual.
Creo que, sin que esto suponga nada malo, hay cosas más importantes de las se debe preocupar Europa, que en ver como están fijados los rabillos de los tapones de las botellas a las que están unidos.
Ya hace bastantes años se popularizaron, entre otros, el Trío Guadalajara, interpretando la archifamosa canción de la época: «Que le quiten el tapón al botellón», a lo mejor de aquellos barros vinieron luego estos lodos.