16/05/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Los gacetilleros de postín, no es mi caso, son capaces de ensalzar a recién llegado a la ‘lidería’ de partido de altos vuelos charraneros por unos resultados pésimos en territorio andalusí, solo porque con un acuerdo derechil lograron arrebatar, democráticamente, faltaría más, el sillón presidencial a quien habiendo ganado las elecciones, no fue capaz de ilusionar a buena parte de su electorado que prefirió quedarse en casa, hastiados por más de tres décadas viendo los mismos comportamientos sin una brisa reparadora y regeneradora de aires menos irrespirables.

Sin embargo, unos meses más tarde, esos mismos escritores ‘mundiales, okarinos o abecedarios’, radiofonistas ‘coperianos y es_táticos’, televisorios ‘trecediarios o torileros’, todos ellos sin excepción, sin valentía, sin pudor, sin rigor, disculpan los peores resultados del partido de tal líder popular aduciendo que no ha tenido tiempo para tomar las riendas de la organización, que se vio obligado a tomar la dirección de un ente descabezado, que había perdido millones de electores por el camino en los últimos años, como si él no hubiera estado allí, siendo una pieza relevante de las estrategias de comunicación del grupo que tenía prácticamente todo el poder nacional y territorial. No es posible justificar un hecho y su contrario sin ruborizarse. Ellos lo hacen. Sin asomo de vergüenza o pudor, al mismo tiempo que insultan al ganador, y por extensión a los millones de ciudadanos que lo apoyaron. Mamaron desde las altas cunas, o desde camas puteriles y mamporreras e discurso de que todo lo que fuera diferente a su opinión era mentira, era usurpar su sacrosanto derecho a detentar permanentemente el poder social, mediático, mercantil, monetario, decisorio. Piensan que quienes vienen desde orígenes humildes de colchón viejo, o renovado, que más da, no tuvieran capacidad para encontrar la salida al laberinto en que nos han metido, como si solo ellos fueran España. Unos más culpables, mucho más, que otros.
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