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Dame el espacio

07/12/2024
 Actualizado a 07/12/2024
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¡Dios mío!, ¡se produjo el milagro interplanetario!, ¡estaban leyendo! ¡Bendito Isaac Asimov! Ya fue visionario en el 42, fecha en la que escribió el cuento que estaba provocando que las pupilas de sus ojos se deslizaran, con cierto interés, por entre las líneas de aquel cuento. ¿Conseguirían los dos astronautas, Powell y Donovan, encontrar al robot Speedy? ¿Lograrían triunfar las leyes de la robótica para que ambos puedan salvar sus vidas?

El pequeño Speedy había sido enviado a recoger selenio porque los astronautas lo necesitaban para convertir la luz del sol en electricidad para seguir manteniéndose vivos en el achicharrante Mercurio, sede espacial donde se estaba llevando a cabo la misión. Pero el robotín no acababa de regresar atrapado en un ‘círculo vicioso’ – título del cuento– sorprendido por un escape de gas, letal para su armadura metálica, que le hacía retroceder según la tercera ley de la robótica bajo la que estaba programado y que indica que un «robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda». Speedy, sin embargo, se veía al mismo tiempo impelido por la segunda ley que le obligaba a obedecer los designios humanos, en este caso de Donovan. Dura la vida del astronauta, ¿y cómo le irá a la nuestra, la leonesa Sara García, primera astronauta española en iniciar los entrenamientos para ir al espacio, que marchó a hacer sus prácticas en octubre? Fascina ese mundo desconocido, que nos desborda, pero que anhelamos, como también hemos deseado siempre trascendernos a nosotros mismos: ser más fuertes, más inteligentes, y alcanzar acaso la inmortalidad de los dioses. La audacia del ser humano que se ha dado en llamar transhumanismo. Fue Julián Huxley quien acuñó el término en 1927 en su texto ‘Religión sin revelación’. El transhumanismo es un intento de transformar de modo sustancial el ser humano usando la tecnología. Y cuando tú alteras la sustancia a algo, deja de ser lo que es, por lo tanto, en palabras de la filósofa Adela Cortina «nos referimos a un ser con la habilidades físicas y mentales que excede tanto a las nuestras que ya no podría considerarse humano».

Tiemblo pensando en lo que la cibernética, con su inteligencia artificial, puede llegar a hacer de nosotros. Por cierto, este Julián del transhumanismo era hermano de Aldous, el que escribió la novela distópica ‘Un mundo feliz’.

Como feliz fui yo, observando a aquel grupo de chavalines interesados por ver en qué quedaba lo de Speedy, ¿lograría discernir la primera y más importante ley de la robótica, «salvar siempre al ser humano?»

Como les salvará la lectura a mis chicos, si se aficionan.

¡Y es que el espacio nunca falla!

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