De previas y posteriores cosas

Aún mi laicismo cívico y mi privado agnosticismo, me pasa, con algunos medios de comunicación y conciudadanos de este Estado en que vivo, que me hacen recordar, por obvia analogía civil, el que creo recordar era segundo mandato de la ley de dios («No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano»), pues me parece que con harta frecuencia toman y usan en forma arrogante, presuntuosa y envanecida (en vano) el nombre del país soberano que somos y hacemos: España.

Así, me sorprenden frases como «España ha votado» –¿en qué colegio electoral?–, cuando los que votamos fuimos, exactamente y a hoy, el 70,40 por ciento de los españoles con derecho a voto; o «España aguanta la respiración» –¿pero respira?–. ¿Serán entonces los terremotos estornudos patrios?, ¿sería la erupción del volcán de La Palma, patria tos, acaso vómito?, ¿será la sequía, edema patrio?, ¿los fuegos, serán patrios reflujos gastroesofágicos? No la personifiquen, por favor, ni, menos, se apropien del nombre –(y símbolos)– de la Nación («Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno», que fija la RAE) que a todos nos acoge y de la que nadie, insisto, ¡nadie! sobra. Digo yo que la respiración la habremos aguantado algunos españoles, ignoro cuántos y según a qué hora, en el escrutinio electoral, pero España, lo dudo, y más, siendo como es un Estado democrático y de Derecho.

Sobre la personificación de España, ya se preguntaba en los oscuros tiempos la censurada Cecilia en su canción ‘Mi querida España’: «¿Dónde están tus ojos? / ¿Dónde están tus manos? / ¿Dónde tu cabeza?», para preguntarle a continuación: «¿Quién pasó tu hambre? / ¿Quién bebió tu sangre / cuando estabas seca?». Natural, no dio respuesta. Pero yo, español de a pie, sí: ¿hambre? la ciudadanía española. ¿Beber la sangre? El franquismo, el fascismo.

Ahora, escribiendo desde la Cuna del Parlamentarismo, casi me siento obligado a recomendar a algunos conciudadanos y al PP la relectura del artículo 99 de nuestra Constitución. Esa Constitución que tanto citan pero parecen obviar, como hicieron con el artº. 122, que regula la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Esa que establece que estamos en una democracia parlamentaria y no presidencialista. Así que: a releer y a parlamentar.

Mas ahora, ¿no son cínicos Feijóo y el PP al pedir apoyo a Sánchez para derogar el llamado «sanchismo»? ¿No es incitación al suicidio, aun sea político? A releer y a parlamentar. Entrenados deben de estar, los he visto y ‘voxisto’.

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!