Secundino Llorente

¿Deberes? Sí, pero sin pasarse

19/12/2024
 Actualizado a 19/12/2024
Guardar

La semana pasada, en el ascensor de mi casa me acompañaba un niño de doce años y de primero de la ESO. Le pregunté por qué llevaba la mochila tan llena y me respondió que su profesor de dibujo les había mandado muchos deberes para ese fin de semana. Hoy he vuelto a encontrar al niño y le pregunté cuántas horas, aproximadamente, había dedicado a los deberes de dibujo. «Muchas, Secundino, aproximadamente 10 horas, y eso gracias a que me acompañó y me ayudó mi madre. Y no veas lo que nos ha mandado para estas Navidades», me respondió. ¿Es posible que un niño de 12 años se haya pasado 10 horas rellenando láminas el fin de semana pasado y ya tiene programadas sus vacaciones con lo que le ha pedido su profesor de dibujo? Antes de que ese niño naciera ya luchábamos nosotros en el instituto con este problema. Teníamos muchas quejas y preguntas de los padres: ¿Deberes sí o no? ¿Qué tipo de deberes deben hacer los niños? ¿Son realmente útiles los deberes? ¿Realmente sirven para algo? ¿Los deberes deberían ser entendidos como pequeñas tareas para que los alumnos afiancen la explicación del profesor en el aula? ¿Los profesores creen realmente que el tiempo dedicado a los deberes se traduce en un mejor rendimiento académico del niño? Las respuestas son muy complicadas. Nosotros defendíamos esta tesis muy simple: «Es fundamental saber graduar y no saturar al alumno».

Debemos colocar en un plato de la balanza lo «negativo»: Los deberes vienen a ser como las horas extras en el trabajo para alargar la jornada escolar, mucha presión para los niños y dolores de cabeza para los padres. También pueden llegar a generar y aumentar desigualdades sociales entre los alumnos. En el otro plato, la parte «positiva»: ayudan a consolidar y reforzar los contenidos de lo trabajado en clase y mejoran autodisciplina y hábitos de estudio que todo alumno debe adquirir. 

Agradecíamos al AMPA del centro, por cierto, muy reivindicativa, el interés que ponían en estos temas. Jamás recibimos una queja o reclamación sobre los deberes en sí, sino sobre los ‘excesivos’ deberes y también por la acumulación de exámenes. Un alumno no puede pasarse diez horas de un fin de semana realizando deberes de una asignatura o estudiando cuatro exámenes para el lunes. Estos casos son los que irritan y cabrean a los alumnos y a sus padres. Nosotros veíamos necesario un protocolo que ayudase a espaciar los tiempos entre examen y examen. Creíamos que se podía resumir en un breve lema: «Deberes sí, pero con cordura y sin cargar ni atiborrar demasiado a los niños».

Una investigación llevada a cabo por científicos de las universidades de Misisipi (EEUU), Bohai (China), Oviedo y del Centro de Neurociencia Cognitiva y Cerebral (Liaoning, China), basado en el análisis de investigaciones de los últimos treinta años, con casi 380.000 participantes, afianza nuestra opinión. Ha realizado el mayor estudio mundial sobre los deberes escolares y refleja las siguientes conclusiones: «La implicación de la familia solo es positiva si fomenta la autonomía del alumno y contraproducente si se empeña en usar estrategias distintas al docente». 

El catedrático de Psicología Educativa de la Universidad de Oviedo, José Carlos Núñez, nos explica y aclara esta investigación: «La ayuda de los padres en las tareas escolares solo es relevante en primaria, no así en secundaria o bachillerato, y los resultados no son distintos en función de las materias». La ayuda resulta negativa o nula si no está centrada en fortalecer la autonomía del alumno, apoyar sus ideas y su motivación, atender las emociones de los hijos, su ansiedad y estrés. En esa línea está la reflexión que hace en EL MUNDO del 7 de diciembre, el profesor de instituto y autor del libro ‘El arte de educar a estúpidos’, Alberto Torres Blandina, que nos alerta de la sobreprotección que crece en las familias: «Hay padres que nos preguntan qué tiene de deberes su hijo de 16 años». José Carlos Núñez considera que «es incluso contraproducente cuando los padres y las madres lo único que hacen es ayudarles con los contenidos, explicarles los deberes para que los lleven hechos porque muchas veces lo que hacen es entorpecer a los profesores: ellos lo explican de una manera y las familias de otra y, al final, los hijos se enfadan porque no se aclaran». El profesorado debe plantear «la cantidad justa de deberes, no por poner muchos va a ser mejor; deben estar ajustados a las necesidades de tus alumnos, mejor diseñados se consigue más. Igual ocurre con los padres, no es mejor que tú les expliques los deberes ni que estés muchas horas con ellos». Me quedo con estas dos ideas de este magnífico estudio: «La ayuda de los padres sólo es positiva si fomenta la autonomía del alumno y es negativa si contradice al profesor». «Los profesores deben poner la cantidad justa de deberes, ni más ni menos, y bien diseñados». Más sencillo aún, estoy totalmente de acuerdo con los deberes, pero sin pasarse.

 

Lo más leído