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Una declaración de amor

15/02/2025
 Actualizado a 15/02/2025
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Parafraseando a Pablo Milanés, solo puedo aspirar a que esto sea no más que una columna de opinión; quisiera fuera una declaración de amor. 

Romántica y sentida, sin términos rebuscados, para dejar fluir las imágenes tal cual, sin constreñirlas a moldes que pongan freno a lo que «siento ahora a raudales».

Recojo los ecos sentimentales del día de ayer, para deslizar por estas líneas algunos paisajes protagonizados por las personas, dignas de ser amadas, porque continúan resucitando a cada amanecer; pese a reproches y miedos; a pesar de los obstáculos y las oscuridades, y de las que me declaro profundamente enamorada.

De esa profesora que se acercó a esto por vocación, ninguneada por alumnos ensimismados en sus mundos, inconscientes y ajenos a sus desvelos y buen hacer, pero que aún así continúa encarando su frustración para entrar en el aula con la esperanza de un cambio por nimio que sea. Y de esa mujer frágil que transita cansada por la avenida, casi aplastada por el tumultuoso paso de sus días, pero que ruboriza su cara para aquietar el paso del tiempo y reviste sus labios de un rojo opaco, tal vez anhelando otros que se asomen a los suyos mientras levanta una mirada anhelante. Ojos que enamoran en su trémula desesperación.

De ese muchacho de ojos color desierto, que aterrizó en las costas de este país extraño a bordo de una patera entre multitudes preñadas de miedo y rechazo. El que agradecido, se esfuerza en aprender otra lengua: palabras nuevas que hablen de hospitalidad y regreso, de patria y religión. Mírale cómo cruza el campo al oteo del horizonte, en busca de una línea lejana que le recuerde que existe otro, en alguna parte, más parecido al que le vio partir.

Y de las familias heridas de vulnerabilidad, acometidas por el hambre y la falta de un hogar digno, despojadas de su paz por los golpes, la sumisión y el fracaso. Condenadas a vivir en la miseria y el ostracismo, pero que se aferran a su patrimonio y costumbres creyendo que sólo así podrán seguir siendo fiel al legado de más de seiscientos años por estos parajes de España. Y que aún así, recuperan la sonrisa para cuajar su espacio de palmas, lenguaje propio y gestos.

A ti fragilidad humana, te declaro amor sincero. Solo en tu debilidad se encuentra la verdadera esencia de la persona. 

Fue otro Pablo, el de Tarso, quien dijo, a unos tales Corintios, «cuando soy débil, entonces soy fuerte. Ustedes hicieron que me comportara como un necio. Deberían estar escribiendo elogios acerca de mí».

Un elogio pues, para todos esos necios en forma de declaración de amor. 

Y a ti también me declaro, lector, que acudes cada sábado al encuentro de esta necia enamorada.

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