06/11/2024
 Actualizado a 06/11/2024
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Un espanto recorre España. No escribo fantasma pues solo en su acepción de «amenaza de un riesgo inminente o temor de que sobrevenga» lo fue unas horas, que pronto, en mucho menor tiempo se materializo en terror para muchísimas personas de toda edad, sexo y condición; un fantasma que, al punto, extendió por país y mundo gran estupor, una angustiosa y emocionada conmoción. Conmoción que, aún a salvo en la distancia, me provocó el lloro ante el sufrimiento e impotencia ajena ante tan gigantesca catástrofe, así como una descomunal rabia ante las informaciones de alerta recibidas por las autoridades correspondientes para su prevención y su patente desidia. Mas no es ahora el momento, creo, de analizar detalladamente los hechos y señalar y exigir responsabilidades políticas. Tiempo habrá. Ahora es tiempo, sí, de acciones políticas públicas lo más eficientes y eficaces que lleven a la urgente reparación de los daños materiales –tristemente las vidas no son restituibles– sufridos por todas las personas y empresas, de cualquier nivel, afectadas. Sí, ahora es eso lo que urge, así como revisar los procedimientos a seguir para la mejor protección de la ciudadanía ante, aun indeseados, posibles nuevos casos de catástrofe. Largo y costoso será el restablecimiento de la normalidad material y aún más el equilibrio sicológico de muchos afectados de varia edad. Y escribo muchos y no todos porque detestable y condenable ha sido y es el hacer de algunos mal llamados empresarios, esclavistas en realidad, que, mal por exigencia, mal mediante engaño, presionaron a sus trabajadores para que, a pesar de las y sus circunstancias, acudiesen al trabajo. Cual los bandidos entregados al robo, al expolio y saqueo con la mayor y más despreciable iniquidad. Como la deleznable agitación de los patrioteros salvapatrias.

Mas qué ejemplar está siendo la bondad de miles de ciudadanos a los que, bien a título individual, bien asociativo o gremial, tiempo faltó para ir a socorrer a las víctimas, así como la exhaustiva dedicación de los efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas.

Sí, es hora de defender, de volver al abrazo de reconciliación que tan bien representó Juan Genovés en su cuadro de igual título. Hora de elevar la mirada y que el Estado todo, el que todos somos, abrace, mediante acciones políticas, a todas las víctimas. ¡Ah! Y soy republicano, pero mi admiración y respeto a los Reyes Felipe y Leticia. ¡Qué lección, qué lecciones! 

¡Salud!, y mejor semana hagamos y tengamos.

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