Mi profesor de historia no tenía peligro de herniarse por su esfuerzo al dar clase, pero gracias a que teníamos un buen texto, quedó grabado en mi memoria un dibujo titulado ‘El desembarco aliado en las costas de Normandía’. O sea, que para que acabara la Segunda Guerra Mundial tuvieron que venir a Europa los americanos a sacarnos las castañas del fuego. A pesar de todo, la progresía europea siempre ha visto con muy poca simpatía a Estados Unidos, en favor de otros países como Rusia, Cuba o Venezuela.
Más recientemente, con ocasión de otra guerra tan absurda como la Guerra de los Balcanes, la inútil e indefensa Europa clamó por la intervención de los yanquis. Vinieron sin ganas, pero pusieron fin al conflicto. No obstante, parece que desde hace algún tiempo los americanos están hartos de poner ellos sus muertos y su dinero para que a nosotros no nos pase nada.
No parece probable que el nazismo pueda volver a intentar adueñarse de Europa. Tampoco el comunismo, con la excepción de España, donde parece que tiene bastante acogida entre las gentes, especialmente en las más incautas. Otra cosa es el grave peligro que entraña para todos el despotismo de un antiguo comunista, fiel heredero de los métodos dictatoriales del comunismo, como es el Señor Putin. También sigue siendo un peligro el contagio del sentido materialista de la vida. Pero, sobre todo, lo que, más que una amenaza, es ya una realidad creciente es la islamización de Europa. No tanto por que haya conversiones al Islam cuanto por el crecimiento vegetativo de los musulmanes y el peligro de extinción de los europeos de siempre. No lo decimos con desprecio a los musulmanes de buena fe que viven entre nosotros, sino que lo preocupante es el afán de algunos de imponer sus criterios y no respetar nuestras costumbres y tradiciones. En no muchos años Europa puede ser irreconocible. El empeño de unos y el desdén de otros acelerará el proceso.
Hace ochenta años tuvo lugar el desembarco de Normandía y ganó el sentido común y la libertad. Los años siguientes fueron brillantes. Tuvieron un peso importante en los inicios de la Unión Europea grandes hombres y a la vez grandes cristianos como Adenauer, Schumann y de Gásperi. Tenemos serias dudas de que hayan tenido dignos sucesores. Acaban de celebrarse las elecciones europeas. Parece ser que todos han ganado, pero falta por saber si habrá ganado Europa. Ahora los nuevos desembarcos son lanchas narcotraficantes, cayucos y pateras.