27/03/2023
 Actualizado a 27/03/2023
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La madre de A. hace tartas, bollos, golosinas. Tenía una pastelería antes de que estallara la guerra. Ahora se ha comprado una furgoneta rulotte y piensa decorarla y hacerse vendedora de dulces ambulante. Porque la vida sigue aunque a veces la muerte pueda lloverte encima. Me lo contó la última vez que nos vimos, en otoño, en mi pueblo, frente a una botella de vino y un plato de deruny. Estaba contenta, los ojos rebosantes con la esperanza feroz que insufla a los estómagos el instinto de supervivencia. El tener qué.

Hace algo más de un mes fue el cumpleaños de mi hermano pequeño, ese día también se cumplió un año desde que, a exactamente 3479,7 kilómetros de casa, la vida de muchos se hiciera añicos. Una de ellas a un clic de distancia. A veces se me olvida, se me ha olvidado más de lo que querría admitir entre estos dosfebreros y un marzo. Es normal, dicen. El mundo siempre se está viniendoabajo y algunos tenemos suerte y lo vemos con ojos ajenos: de tour por el abismo con billete de vuelta. Es un poco más difícil cuando tienes seres queridos implicados. Pero el asunto se borra, atropellado por las molestias ordinarias: Un sueldo que no da, un alquiler que no alcanzas, el precio del pescado. Tres manzanas a cinco euros y medio. Tener hambre y tener sueño.

Ya lo decían las canciones del viejo Cohen. He visto el futuro, hermano, «it is murder». Y se murió. Entonces nos dejó un disco póstumo preguntándose, preguntándonos, si queríamos verlo todo aún más oscuro. Si lo quieres, ahí lo tienes. Él escapó, engatusó a los carceleros de la mente y se saltó el final de la película. Todo el mundo sabía que la partida estaba amañada. Todos menos los ilusos como ella, como él. Niñatos soñadores que aún no han desertado.

Mientras, para el resto las cosas siguen igual. Pasa un día más. Se van a la cama. La tierra gira y sigue habiendo muerte, sigue habiendo violencia, sigue habiendo desamor. Pero tú todavía estás aquí, diminuto y guapo bajo el cielo azul y brillante de la primavera. Y eso, hoy, es loúnico que importa.
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