Devesa de Curueño es un pueblo que está al norte de Vegas, a dos kilómetros. Tiene censados a sesenta y dos vecinos, aunque en invierno los que viven en el pueblo no pasan de veinte. Ahora que hasta en los periódicos se busca gente para regentar el bar de muchos, muchísimos, pueblos de la provincia, ofreciendo condiciones absolutamente leoninas para el arrendatario, resulta que la Junta Vecinal de Devesa cierra el suyo. Con dos cojones y una vara... El asunto es que el anterior Presidente de la Junta Vecinal, Juan, consiguió hacer una ‘Casa del Pueblo’ preciosa: al lado de la iglesia, con parque, bolera, barbacoa y unas instalaciones interiores que incluían bar y biblioteca. Los de Vegas decíamos que era el mejor bar de toda la comarca y acudíamos a él más veces de las aconsejables para el normal funcionamiento de nuestros riñones y de nuestro hígado.
Vale que para la chica que lo llevaba (vecina y residente en Devesa todo el año), lo de los horarios era un cuento de las ‘Mil y una noches’; vale que Mari, a la hora de servir, era más lenta que el caballo del malo; vale que una sonrisa suya era un tesoro escondido en las profundidades del mar de los Sargazos... Pero estaba abierto y cinco minutos en el bar de Devesa equivalían, para nosotros, a cinco horas en el de Barrio o en el de Villanueva; ver ‘la Quebrantada’ en primera fila como si fuera la de un teatro de ópera, jugar a los bolos mientras bebías una, dos o tres cervezas, no tenía precio. Pues todo, todo, se va a la mierda porque la nueva Presidenta de la Junta Vecinal decide, de la noche a la mañana, que es mejor cerrarlo. La nueva Presidenta de la Junta Vecinal de Devesa es la misma señora que, hace seis meses, puso en los papeles (en el Diario de Valderrueda y en el periódico de la competencia), que la escuela de Vegas (donde lleva a sus hijos sin que le corresponda) es una puta mierda porque tiene habilitado el salón de plenos del Ayuntamiento como aula, porque no tiene comedor y porque no tiene un servicio de ‘madrugadores’. Resulta, a poco que investigues, que la inmensa mayoría de los colegios de esta provincia no tiene servicio de comedor y, si por un milagro existe, funciona como catering; resulta que la Junta de Castilla y León, esa desgracia, no deja construir un nuevo colegio, porque parte del hecho de que hoy hay treinta niños que asisten al mismo, pero mañana pueden ser diez o quince y no resultaría rentable; resulta, al fin, que Vegas es un oasis en medio de Boñar y de León, que es dónde tendrían que acudir los niños, con lo que conlleva: madrugones del copón, estar alejados de su entorno y tener que comer a las tres y media o las cuatro de la tarde. Gradefes, por poner un ejemplo, no tiene escuela y los niños de todo su ayuntamiento tienen que ir a Quintana de Rueda o a Cistierna...
Resulta que la interfecta, para más inri, es catalana y asume que todo se puede conseguir protestando o montando golpes del Estado... Por aquí empezamos a estar ya un poco hartos de que la ley se pisotee y que todo se arregle con algaradas, insumisiones y con tener que casarte de penalti...
Lo malo de todo este asunto es que, por lo visto, la señora anhela y ruega a todos los dioses ser funcionaria de la Fundación Cerezales, hasta tal punto que, según rumores no confirmados, dejará el local para uso y disfrute de la Fundación. O, lo que es peor, el local será dedicado para ejercicios físicos de una paupérrima población, tipo zumba o pilates. Sí, sé que todo esto son rumores, seguramente interesados, pero ya sabéis que el rumor es la antesala de la noticia, sobre todo si no se desmienten.
El caso molar es que Devesa se queda sin lugar de reunión, de cotilleo, de comidas de hermandad, de confesionario laico de los cuatro gatos que viven en el pueblo. El caso es que Devesa se convierte, así, de golpe, en el único pueblo de la provincia que, sin motivos aparentes, cierra su bar. El caso es que, mientras decenas de pueblos de la provincia rezan a la Virgen del lugar para que algún cuitado mantenga el bar del pueblo, Devesa lo cierra. Será porque, de mote, los llaman «los canónigos», y ya sabemos que éstos son gente devota, propicios al perdón de cualquier pecado, sea venial o mortal. Lo de los motes tiene su aquel: a los de Vegas nos llaman «peceros» o a los de San Cipriano, por ejemplo, «los ranas»; o a los de Cerezales «los bardinos», porque, según dicen, son perros como ellos solos... Pero que te llamen «canónigos», ¡joder!, es que da un repelús que asunta, más que nada por las connotaciones que tiene el dicho...; sólo faltaba que, además, jodiesen a los adolescentes perdidos en la vorágine de la edad y de las hormonas...
La política es un feo asunto, de todas todas. Cuando todo se reduce a ella, la desigualdad se hace patente, los privilegios de unos pocos evidentes y la falta de vergüenza meridiana. La Presidenta de la Junta Vecinal de Devesa, por lo visto y según sus antecedentes, todo lo reduce a la política, cuando debería, en cambio, alejarla lo más posible de todas sus iniciativas y de sus deseos...
Salud y anarquía.