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Difícil (o no) de entender

23/07/2023
 Actualizado a 23/07/2023
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En España suele darse la mala costumbre de no analizar en profundidad las cosas. O de pasarlas por encima, como se hace con las páginas que no interesan de un libro. El todo vale o ‘da lo mismo’ se ha asentado en cualquiera de los ámbitos territoriales y la tozudez extrema abunda más de lo debido. Sobre todo en eso que se define como democracia y que, en innumerables ocasiones, se muda en espantajo por la falta de respeto y tolerancia entre unos y otros. El españolito, en fin, gusta de ponerse orejeras y seguir adelante aunque se acabe el camino. Y cuando falta el sentido común falla el resto. Los debates de los ‘primeros espadas’ en la televisión pública y privada, han resultado un termómetro incuestionable: indica la temperatura de una nación a demanda de parte. No hay objetividad ni reflexión. Y sí mucho hooligan propasado.

Aquí, en este país de trapisondas y burlas quevedescas, unos son de izquierdas, otros de derechas y entre los desperdigados hay de todo. En la mayoría de las ocasiones, depende de qué medios lean o escuchen y, naturalmente, de lo que son capaces de asimilar. Se mire con el color del cristal con que se mire, la actual situación nacional no invita a realizar experimentos. Ni con gaseosa. Que Corcuera, en su época ministerial, era lo único que aceptaba como ensayo. Ahora, y a la vista de los acontecimientos, ni con la espumosa, que también puede explosionar si se agita en demasía.

Hoy se vota, sí. Y dada la fecha estacional en que se desarrollará el proceso, podría escribirse cualquier epílogo una vez abiertas las urnas. De todas las maneras y sin la menor duda van a ser las elecciones más atípicas que pudiera imaginarse. Igual que si se hubiesen convocado en Navidades o en Semana Santa. O en medio del viaje de novios de unos recién casados. Peor, imposible. Y hoy, a partir de las ocho de la tarde, se conocerá cuál ha sido la participación presencial y el número de sufragios por correo que han llegado a las mesas. Que este último capítulo es uno más de las polémicas que se han ido sustanciado entre los que defienden la excelencia de un servicio estatal y, por consiguiente, universal, y los que, a la vista de los sudores y ansiedades de los sufridos trabajadores postales –que les han cargado (y responsabilizado) con una excesiva valija– dudan de que todo haya ido miel sobre hojuelas; es decir: perfecto.

Y por sabido. La línea mandante del Partido Popular de León ha sufrido un nuevo revés. Otro varapalo a mayores. Su presidenta, Ester Muñoz, no debe tener el cuerpo para jotas. Los ‘disentidores’ le han birlado el octavo diputado provincial. Leña al mono. Pero que esté tranquila. Si el barco se hunde, ella siempre –al menos durante cuatro años– flotará en Madrid. Objetivo cumplido.
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