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¡Dime quién soy!

21/09/2024
 Actualizado a 21/09/2024
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Hoy tenías apuntado que es el día de la columna. Cada vez consultas la agenda con más frecuencia. Sin esos listados, el día estaría lleno aún de más vacíos irreparables. 

‘Día de columna’, ¿por qué habrás anotado eso? No recuerdas dolor alguno en esa parte de tu cuerpo. Si acaso alguna vez, en la mano, que se resiente porque escribes demasiado. Pero cada vez tus dedos realizan trazos más lentos, y hasta las palabras bostezan por la tardanza con que las alumbras sobre el folio blanco. Tendrás que decirle a alguien que te las transcriba al ordenador, como contaba Juan Manuel de Prada. Recuerdas que fuiste a verle a San Feliz de Torío, el miércoles de esta semana, que le trajo Héctor Escobar en una de esas aventuras literarias en las que nos embarca con tanto acierto. Te complace recordar la charla en la Casona con tanta precisión y nitidez sin necesidad de consultar apunte alguno. A lo mejor están equivocados y lo único que te pasa es que los años están ahí y hay temporadas en las que el cuerpo acusa el cansancio.

Recibes muchas visitas que te reconfortan y te hacen olvidar el pánico que has sentido al descubrirte tan lenta de reflejos, y tan vacía de recuerdos. Tantas citas con rostros que se solapan en capas interminables llenas de dudas y reminiscencias borrosas, caras que añoras e ignoras, y que te sumen a veces en la melancolía, quizá porque tuvieron mucha importancia o significación en tu vida pasada, o presente. Tal vez… confundes tiempos y lugares.

Ahora una joven amable de mirada serena te acaricia la cara y te coge la mano, te besa, y sientes el roce suave de una piel cálida que te transmite paz, escuchas su voz baja, que casi inaudible pronuncia la palabra «mamá». Su olor dulce te parece algo conocido, te ilusionas al recibir ese recuerdo gratificante, un destello de lucidez que pronto quedará sepultado bajo las nieblas del olvido siempre omnipresente. 

De pronto suena la melodía de una canción: «yo te amo como el niño a su mañana, yo te amo como el hombre a su recuerdo», y recuerdas perfectamente aquella canción de Rafael jugueteando con el micrófono y que tú cantabas en la casa donde naciste mientras lanzabas la caceta de la sopa de una mano a la otra. Ves a tu madre envuelta en carcajadas que contagian a toda la familia. Y aquel novio de los quince años…

Pero de nuevo regresas a la agenda, y consultas una última anotación sin poder comprender muy bien lo que dice.

Una voz, a tus ruegos, lee lo que tal vez tú hayas escrito: «Tema de hoy: celebración del Día Mundial del Alzheimer».

Descubres el espejo y le ruegas al reflejo que te mira entristecido al otro lado: ¡Dime quién soy!

 

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