Quién le iba a decir al maño Francisco de Goya y Lucientes que casi doscientos años después de su muerte iba a dar nombre a una doctrina sobre la cancelación cultural. De lo que no hay duda es que, teniendo en cuenta su avinagrado carácter, no le hará ninguna gracia y seguramente inmortalizará a los protagonistas de ésta en una obra mural que se sumará a sus inigualables pinturas negras.
La semana pasada dedicaba este espacio a lo sucedido con la actriz transexual Karla Sofía Gascón, que pasó en sólo unos días de ser la diosa de la diversidad a la de la intolerancia. Esto es lo que tiene dar rienda suelta a la verborrea descontrolada en redes sociales y compartir una serie de exabruptos. El mismo día que se publicó mi anterior columna se celebraba la gala de los ‘Premios Goya’, que a nadie se le escapa, llegaba con grandes dosis de morbo. Este tipo de ceremonias son noticia por la entrega en sí de los correspondientes galardones, pero también por los discursos o reflexiones que comparten los ganadores y resto de invitados. Sin olvidar también el valor de los silencios, ya que a uno se le cae la careta al suelo tanto por lo que habla como por lo que calla.
No les voy a engañar. Me sorprendió para bien el mensaje casi unánime de los asistentes, que antes del inicio de la gala expresaron ante los periodistas allí congregados que, si bien las palabras de Karla Sofía Gascón habían sido desafortunadas y eran reprochables, el linchamiento del que había sido víctima no era justo y resultaba desproporcionado. Esa coincidencia en las opiniones del artisteo patrio la he bautizado como la doctrina ‘Premios Goya’, que como tal, espero cree jurisprudencia y a partir de ahora en casos como el de la actriz de la película ‘Emilia Pérez’, todos estos mismos artistas salgan en tromba para denunciar campañas de cancelación cultural, independientemente de la identidad de género, color de piel, creencia religiosa o ideología del cancelado. La duda que me corroe es si quienes han lamentado lo sucedido ya no secundarán ni promoverán campaña de cancelación cultural alguna. Espero que lo ocurrido con Karla Sofía Gascón nos sirva como sociedad a reflexionar de manera sincera y honesta sobre los límites de la libertad de expresión y sobre el peligro de las campañas de cancelación orquestadas bajo dudosos criterios.
Ahora sólo habrá que esperar al siguiente capítulo de la saga ‘Cancelación cultural’, para saber si lo dicho en los ‘Premios Goya’ fue real o una burda actuación.