Viendo lo que ponen las nuestras teles en el parte, con una gente solidaria como en ningún otro lugar mientras les ponen el micrófono a unos jatos que van a su puta bola a uno (qué a uno, a todo el bar) le dan ganas de volverse violento y sumarse a la teoría de Miguelón cuando se cansó de tanta tontuna del presidente del pueblo, paró la hacendera, tiro el pico por el barranco p’abajo, y se dirigió a los otros currantes: «He estado yo pensando. Voy a bajar a León y consulto: ¿cuánto puede costar matar tirar a este tío al río, a escote? No puede ser muy caro, a escote nada sale caro».
- Ya, pero y si nos meten unos años de cárcel; dice el que siempre tiene que poner alguna dificultad para todo.
- Pues a escote también;que nos caen dos años de cárcel, porque no sabía nadar y no le pusimos manguitos, pues vamos dos o tres meses cada uno, a escote, y tampoco me parece caro 60 días de trena;insiste Miguelón convencido de que ha cogido el carril bueno.
¿En qué paró la revuelta de la hacendera?Pues en que no hizo falta tirarlo, ni siquiera aplicarle unas dosis de zumo de mango de azadón, cuando vio el presidente que la cosa se ponía seria entre los escotandos se avino a razones y empezó a repartir las tareas de modo razonable. Incluso ya se quedaron con el método para siempre. Cada vez que Miguelón tiraba el pico o la pala por el barranco y se levantaba... oye, entraba en razón la autoridad como si lo entendiera.
Por eso en el bar había consenso, que mira que es complicado que ni siquiera nos ponemos de acuerdo para no comprar la biografía de Don Emérito, en que lo mejor es mandar a uno que tenga bachillerato hasta el Parlamento, pida la palabra y se lo diga: «Lo estuvimos hablando en el pueblo y les vengo a advertir que pedimos precios y deshacernos de todos ustedes nos sale barato... a escote, claro».
Lo que no sé si saben es lo que significa a escote. Como tampoco lo practican.