20/08/2024
 Actualizado a 20/08/2024
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La palabra Venezuela para muchos ha sido durante mucho tiempo sinónimo de prosperidad. Sin despreciar por ello a otras naciones latinoamericanas, a Venezuela la hemos visto como de las más parecidas a Europa. Aún recuerdo, en los días de mi infancia, la llegada de un señor de mi pueblo que estaba en Venezuela, con un coche impresionante, todo un símbolo de la riqueza de ese país, de un país culto, próspero, democrático y libre.

Hoy día, sin embargo, es tristemente famoso por la falta de libertad, por la pobreza, por la violencia, por ser una dictadura, aunque formalmente pueda parecer una democracia, por eso de que de vez en cuando hay elecciones. Pero en realidad hasta el momento no se ha reconocido el resultado cuando ha ganado la oposición, ésta vez de modo descarado. Probablemente el pueblo ha tenido parte de culpa cuando en los primeros momentos se dejó embaucar por el demagogo Hugo Chávez y más tarde por el bocazas Maduro. Parece mentira que la gente se deje engañar con tanta facilidad, pero todo es posible ante la habilidad de los maestros del engaño. También en España. No olvidemos que muchos de los grandes dictadores han sido elegidos democráticamente, si bien después no hay quien los eche.

El pueblo venezolano finalmente se ha dado cuenta de este engaño y ahora lo tiene muy difícil para revertir la situación, como estamos comprobando. Por eso es necesario que les apoyemos. Ciertamente a los dictadores les resbalan las protestas. En el caso de Maduro su respuesta no puede ser más cruel y violenta y puede desmoralizar al pueblo, pero sería una pena que se perdiera esta oportunidad. Por otra parte entre los millones de venezolanos exiliados tenemos muchos en medio de nosotros y nos permiten tomar conciencia de la cruda realidad. No podemos dejarlos tirados. Así mismo deberíamos tomar en serio sus advertencias cuando nos dicen que nosotros estamos yendo por el mismo camino.

No podemos olvidar que el gran destructor de la convivencia democrática en España, el nefasto Zapatero, tan solo superado por su discípulo Sánchez, es el gran enemigo de la verdadera democracia en Venezuela. Todo el mundo se hace eco de su cobarde silencio ante el fraude y la tiranía de su amigo Nicolás. Si a esto añadimos que el espíritu podemita, engendrado en Venezuela, forma parte del actual gobierno español, es como para echarse a temblar. No dejemos tirado al pueblo hermano ni caigamos en la torpeza de dejarnos meter en una dictadura bolivariana.

 

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