Tonterías, bobadas, barbaridades, burradas, despropósitos, insensateces, patrañas, calumnias, locuras, temeridades, sinsentidos, desvaríos, desvergüenza, atrevimientos, exaltaciones, aventuras, diversión, alegrías, entusiasmo, júbilo, alborozo, entretenimiento, esparcimiento, aficiones, distracciones, juegos, costumbres, improvisaciones, conversaciones, palique, historias, sucesos, chismes, rumores, anécdotas, chascarrillos, invenciones, enfados, disgustos, ofuscamientos, empujones, collejas, guantazos, palmadas, abrazos, emociones, empatía, apoyo, confraternidad, compañerismo, protección, compromiso, confianza, franqueza, fidelidad, incondicionalidad, lealtad, honestidad, afecto, desinterés, devoción, cariño, sinceridad, aprecio, amor, unión.
Experiencias que meses o años después seguimos rememorando y compartiendo con risas incluidas. Eso que hicimos tras mucho tiempo hablándolo. Disparates que instantáneamente estábamos cumpliendo. La absurdez que derivó en un roce, pero que semanas después no es más que una de esas tantas bromas. Tardes enteras de aquello que siempre hacemos. Ese deporte común al que dedicamos horas y horas. Noches largas de charlas y confesiones mientras caminamos o nos tiramos en algún lugar. Diálogos insignificantes y sin filtros que tenemos en cualquier sitio que nos pille. Frases que para nosotros tienen un significado único. Motes o calificativos de crueldad afectuosa que nos ponemos entre nosotros. Descojones compartidos, muchos de los cuales son el mismo de siempre. Conocernos tanto que sabemos lo siguiente que diremos o haremos. Salidas planeadas aburridas, pero improvisadas inolvidables. Fiestas donde todo nos pasa, especialmente en misiones secundarias. Hacernos favores necesarios e innecesarios. Estar juntos. Conocer nuestros defectos, y aun así querernos.
Y no me refiero al conocido, ni tan siquiera al colega, sino al amigo, al de verdad, aquel enraizado en el corazón, con aquel que importa un rábano el tiempo o la distancia. Eso que ahora llaman ‘bro’ o hermano (a favor), la amistad, imprescindible para mantenerse en pie.