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El año que no salimos

10/04/2021
 Actualizado a 10/04/2021
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Seguramente esta Semana Santa atípica, en la que no hemos visto desfilar los pasos por las calles de nuestra querida ciudad, sea probablemente en la que se dejan en el tintero el mayor número de incógnitas sin resolver.

Quizá este sea el año, el de la ausencia de procesiones, el que pida una mayor implicación en cuanto a la reflexión. Y digo reflexión, porque casi con toda seguridad, sea la asignatura principal que deben tratar y poner encima de la mesa el conjunto de las Juntas de Gobierno.

Para mí ha sido una semana maravillosa, como todas, la he vivido intensamente, y como tal, y como persona humana que soy, también he sacado una serie de conclusiones.

La primera, es que no hace falta arriesgar en reuniones de difícil convocatoria y en actos de multitudes. Porque si de algo estamos seguros en el viejo reino es de que la Gloria cada Viernes de Dolores va a bajar a su capital, transformándola de tal manera que parece otra. ¿O luce igual las demás semanas del año?

Hay quien habla después de este parón de las llamadas «fusionadas», como si fuera el mayor delito. Solo tenemos que revisar la historia y ver que una fusión, unión o incluso absorción, no tiene que ser mala por defecto.

Una lección en la que estamos todos de acuerdo es que debemos trabajar todo el año, porque si el año que viene las Cofradías por fin pueden salir a la calle, muchos se habrán descolgado, como decía aquel cómico: «sin querer, queriendo».

Y no me refiero a las personas mayores que deciden dar un paso atrás y participar de otra manera, ni tampoco los desencantados, que también los habrá. Sino a la base, a la cantera, a esos adolescentes que en estos dos años han conocido otras actividades o aficiones que puedan hacerles dudar sobre su fidelidad al mundo paponil. Pero sobre todo a nuestros pequeños, a esos niños que nos transmitían su ilusión. Esos pequeños que van cumpliendo años y que han perdido el hilo de la vida en general durante dos años importantísimos. Y que se da la circunstancia de que ahora, son lo suficientemente mayores como para no recordar lo que vieron con 3 años, y a la vez son pequeños para no comprender lo que está por llegar.

Podríamos reflexionar sobre el Museo y de la que se le viene encima, o del monumento de homenaje a los papones, una buena idea, pero en mi opinión mal llevada a cabo, porque debería ser en bronce, ¡qué menos! Y porque tendría que ser la Ronda, es única y nuestra, y el próximo marzo festejará veinte años de la mención especial dentro del Interés Turístico Internacional. Porque algo de peso tuvo en el expediente. O no.
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