La semana pasada escuché de Javier Iriondo –escritor y conferenciante– que sin un destino cierto es complicado alcanzar cualquier meta. Y me planteé: ¿Será el no haber puesto nuestra atención ‘en lo importante’ la causa de tantos arrepentimientos como se producen antes de fallecer?
Y me vino a la cabeza el libro de la enfermera australiana Bronnie Ware, sobre «las confesiones honestas y francas de personas en sus lechos de muerte»: lo que hubieran querido hacer o no en sus vidas. Experta en cuidados paliativos en enfermos terminales, decidió recopilar los testimonios de sus pacientes y publicar ‘Los cinco principales arrepentimientos de los moribundos’. Frases que más escuchó en esos momentos donde es difícil esconderse, donde la verdad puede llegar a doler. No tan curiosamente, hacen referencia, fundamentalmente, a lo que no se hizo: pues «todo lo que hacemos en nuestra vida, bueno o malo, nos ayuda a aprender algo».
Primero: Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida siendo fiel a mis sueños, no la vida que otros esperaban de mí. «Este es el lamento más común de todos (...) La mayoría de la gente no había cumplido aún ni la mitad de sus sueños e iban a morir sabiendo que esto se debía a las elecciones que habían o no hecho durante la vida».
Segundo: Desearía no haber trabajado tan duro. «Se perdieron la juventud de sus hijos y la compañía de sus parejas».
Tercero: Ojalá hubiera sido capaz de expresar mis sentimientos. «Muchas personas no expresan sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás (...) Hay muchas enfermedades que desarrollan sentimientos de amargura y de resentimiento».
Cuarto: Habría querido volver a tener contacto con mis amigos. «Muchos de ellos se fueron quedando en el camino debido a la rutina, que muchas veces aleja a las personas porque no queda tiempo».
Quinto: Me gustaría haber sido más feliz. «Muchas personas no se dan cuenta hasta el final de que la felicidad es una opción. Han permanecido estancados en viejos patrones y hábitos (…) El miedo al cambio los dejó haciendo creer a otros, y a ellos mismos, que eran felices, pero cada vez las risas y las tonterías tardaban más tiempo en aparecer en sus vidas».
Aunque afirma Bronnie «cada uno de los pacientes siempre encontró su propia paz antes de morir», qué definitivo sería que todos nos planteáramos estas cuestiones de vez en cuando; mucho antes del fatal desenlace. Digo yo.
El arrepentimiento tardío
02/04/2019
Actualizado a
18/09/2019
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